tag:blogger.com,1999:blog-39064522033612074722024-03-13T09:47:46.009-07:00Mare NostrumEste espacio es mi mar de ficción, y también puede ser el tuyo.MP1http://www.blogger.com/profile/09513004725247854452noreply@blogger.comBlogger40125tag:blogger.com,1999:blog-3906452203361207472.post-84515881804860914432012-02-20T05:18:00.000-08:002012-02-20T06:20:03.401-08:00Compartir hasta …<div align="justify">
<span style="font-size: medium;">Víctor volvió un poco más rápido de lo que Ayse esperaba. Cerró la puerta muy despacio, absorto en sus pensamientos, entró a la cocina. Se sirvió un vaso de agua, y se sentó. No dijo una palabra, tampoco vio que ella estaba parada junto a la mesa mirándolo y tratando de adivinar lo que había pasado.</span></div>
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<span style="font-size: medium;">Ayse no sabía que hacer, si preguntarle o dejar todo como estaba. No podía quedarse como una mera espectadora, esa no era su naturaleza. Él estaba sufriendo, ella lo conocía, sabía lo que el sentía Norma, sabía que la amaba y la amaría por siempre.</span></div>
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<span style="font-size: medium;">El silencio, la apatía y la abstracción no eran una buena señal. Ayse lo amaba con toda su alma, tenía que hacer algo, pero ese algo era drástico, dramático. Cambiaría la vida de los tres para siempre. Aclararía y confundiría aun más las cosas.</span></div>
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<span style="font-size: medium;">Tal vez sea un mal necesario pensó Ayse, algo que debe pasar, algo que nos debe pasar. Se sentó junto a Víctor y tomó su mano. Hola, le dijo ella, ¿Cómo está Meliha?</span></div>
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<span style="font-size: medium;">El la miró muy profundamente tratando de contener un llanto incontrolable. Ayse sintió en esa mirada que él estaba buscando su consuelo. Sintió que le suplicaba que lo ayude a llevar a cabo esa empresa imposible, y totalmente desquiciada. </span></div>
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<span style="font-size: medium;">Ayse, Meliha se está muriendo, le dijo Víctor. La diálisis ya no funciona, necesita un trasplante. No le queda mucho tiempo, los médicos me dijeron que esta en una lista, que está primera. </span></div>
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<span style="font-size: medium;">No entendí muy bien lo que me dijeron, usan esas palabras difíciles. Hablan de patología, histocompatibilidad, que se yo. Vos sabes que a mi estas cosas me ponen mal y entiendo la mitad de lo que me dicen.</span></div>
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<span style="font-size: medium;">Lo único que sé es que Meliha necesita un riñón, ahora mismo. Yo no soy compatible, tampoco lo son sus primas. Es desesperante, no sé que más hacer, a quien recurrir. Me siento tan inútil, tan impotente, no puedo esperar sentado a que se muera y todo termine, tengo que hacer algo. ¿Pero qué?</span></div>
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<span style="font-size: medium;">Me lo dijiste a mi, y eso es suficiente le dijo Ayse, quizás tenga la solución, o tal vez la solución este en mi.</span></div>
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<span style="font-size: medium;">Víctor la miró sin comprender, no entendía o no podía entender lo que ella le decía. Estaba abrumado, lo que Ayse decía lo desconcertaba. No entiendo, le dijo él.</span></div>
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<span style="font-size: medium;">Es muy simple, el mes pasado doné sangre para ella. Tenemos el mismo grupo sanguíneo. Es un comienzo, tal vez seamos compatibles.</span></div>
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<span style="font-size: medium;">¿Qué decís? Le dijo Víctor, creo que no te entiendo ¿vas a donarle un riñón?</span></div>
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<span style="font-size: medium;">Si Víctor, voy a donarle un riñón. No puedo verte así, se cuanto la amas, su muerte de aniquilaría. Hace años que estas librando una batalla demoledora con tu culpa por no poder ayudarla, y la impotencia. </span></div>
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<span style="font-size: medium;">Ya va siendo hora de que tengas un poco de alivio, de que ella tenga un poco de alivio, de que en definitiva todos tengamos un poco de alivio.</span></div>
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<span style="font-size: medium;">Ese mismo día Ayse se hizo los estudios correspondientes para saber si ambas eran compatibles. Y sí lo eran, asi que Ayse cumplió con su promesa y le dono un riñón a Meliha, la esposa de su amante. Ahora no solo comparten un hombre, también comparte su sangre y un riñón.</span></div>
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<span style="font-size: medium;">Esta historia no es únicamente producto de mi loca imaginación. Me inspiré en una nota que leí en yahoo. Una vez más la realidad supera a la ficción. Les dejo el link <a href="http://co.noticias.yahoo.com/mujer-turca-recibe-trasplante-ri%C3%B1%C3%B3n-amante-marido-093800197.html" title="http://co.noticias.yahoo.com/mujer-turca-recibe-trasplante-ri%C3%B1%C3%B3n-amante-marido-093800197.html">http://co.noticias.yahoo.com/mujer-turca-recibe-trasplante-ri%C3%B1%C3%B3n-amante-marido-093800197.html</a></span></div>
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<span style="font-size: medium;"></span></div>MP1http://www.blogger.com/profile/09513004725247854452noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3906452203361207472.post-45893195857473998922012-02-16T08:46:00.001-08:002012-02-16T08:46:43.784-08:00La pasión de Mara<p><font size="5"></font></p> <p align="justify"><font size="4">Estaba nerviosa, ansiosa, era el día más importante de su vida, quería que todo fuera perfecto. Como en esos cuentos que tenían a princesas como protagonistas, que su madre le contaba a su hermana y a ella cuando eran niñas. Por enésima vez se miró al espejo, primero de frente, luego un perfil y después el otro. </font> <p align="justify"><font size="4">Acto seguido se acomodó el vestido una vez más, verificó que su peinado y maquillaje estuviera bien. Y se sentó en su cama a esperar que la vinieran a buscar para dar el gran paso.</font> <p align="justify"><font size="4">Ese paso que la haría feliz, ese paso que la uniría al ser amado. Ese paso que tantas y tantas veces había soñado dar. Pero esta vez no era un sueño, era realidad. Por fin había llegado ese día tan esperado.</font> <p align="justify"><font size="4">Mara había conocido al que sería su esposo por intermedio de Pamela, su hermana. En realidad no eran hermanas, eran hermanastras, pero ellas nunca hacían esa disquisición. </font> <p align="justify"><font size="4">La madre de Mara había muerto cuando ella sólo tenía unos meses, ni siquiera la recordaba. Pocos años después su padre volvió a casarse con Nelly, quien tenía una hija Pamela. Ambas eran de la misma edad, sólo se llevaban unos meses. Mara quería a Nelly como si fuera su madre, y ella la quería como si realmente lo fuera.</font> <p align="justify"><font size="4">Para Nelly, las dos chicas eran iguales. Nunca hizo distinciones entre su hija y la de su marido. Por el contrario, a veces se ponía más del lado de Mara que del de su propia hija. </font> <p align="justify"><font size="4">Esto despertaba en Pamela unos celos incontrolables, y reacciones impredecibles que siempre hacían su impacto tanto en la persona de Mara como en “sus posiciones”. </font> <p align="justify"><font size="4">Lo malo era que Mara nunca podía probar lo que Pamela le hacía. Ella era demasiado astuta como para ser atrapada en una de sus fechorías. Con el transcurso de los años las peleas, celos y venganzas se fueron aplacando hasta desaparecer.</font> <p align="justify"><font size="4">Las chicas aprendieron a convivir y se hicieron amigas entrañables. Compartían salidas ý tenían casi el mismo grupo de amigos. Pamela fue la primera en conseguir novio, y como veía a su hermana tan sola un día trajo a un amigo que estaba segura que a ella le iba a gustar.</font> <p align="justify"><font size="4">Y así fue, no se equivoco. Mara comenzó a salir con Guido. Al poco tiempo se pusieron de novios, se comprometieron y pusieron la fecha de casamiento. Fue algo rápido, un torbellino amoroso en el que vertiginosamente los dos quedaron perdidos y enamorados.</font> <p align="justify"><font size="4">Mara miró nuevamente la puerta, no había ningún reloj en la habitación, no tenía idea de cuanto tiempo había pasado desde la última vez que revisó su atuendo frente al espejo. ¿Qué pasaba que no venían a buscarla?</font> <p align="justify"><font size="4">Por fin la puerta de su dormitorio se abrió y entró una enfermera. “Mara, ¿estás lista? El doctor te esta esperando para tu sesión de esta mañana.”</font> <p align="justify"><font size="4">Mara le clavó la vista, atónita, no comprendía lo que esa mujer le estaba diciendo. Ese era el día de su boda, el más importante de su vida. ¿Cómo iba a tener una sesión con un médico? ¿De qué le estaba hablando?</font> <p align="justify"><font size="4">La enfermera se paró junto a Mara y la tomó dulcemente de la mano. “Hoy es martes, los martes por la mañana tenés que ir a ver a tu psiquiatra. ¿Lo recordás?”</font> <p align="justify"><font size="4">Y Mara recordó, lo recordó todo. Recordó la carta que le hizo llegar Guido minutos antes de contraer matrimonio. Una carta en la que le contaba que se iba con Pamela, el amor de su vida. </font> <p align="justify"><font size="4">Una carta en la que le revelaba que nunca la había querido a ella sino a su hermana. Una carta en la que Guido y Pamela le contaban como se habían burlado de ella todos estos años. </font> <p align="justify"><font size="4">Una carta en la que Pamela le explicaba con lujo de detalles, como ella le había ido quitando el amor de su madre, y por ese terrible hecho, se había hecho acreedora de su venganza. </font> <p align="justify"><font size="4">Una carta que marcó un antes y un después en su vida, una carta cruel, funesta, una carta que la desequilibró y le hizo perder la razón.</font> <p align="justify"><font size="4"></font></p> MP1http://www.blogger.com/profile/09513004725247854452noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3906452203361207472.post-9370604413905883582012-02-14T07:50:00.001-08:002012-02-14T07:50:27.977-08:00Es parte del amor…<p> </p> <p align="justify"><font size="4">Ella tuvo la ultima palabra. Él entró al dormitorio para buscar sus cosas y cerró la puerta. Eso provocó en ella algo que no esperó sentir nunca. La invadió la tristeza, la desesperación. La angustia comprimía su garganta dejándola sin aire. </font> <p align="justify"><font size="4">No pensaba con claridad. Sensaciones y sentimientos se apoderaron de ella. Ese amor, que tanto le había costado conseguir, también se esfumaba. Otra vez sola, en esa casa que ahora, ante la inminencia de su partida, le parecía enorme, kilométrica. </font> <p align="justify"><font size="4">De ahora en más estaría sola, rodeada únicamente por sus cosas Cosas a las que ella les daba valor, mucho valor, demasiado. Sólo eran cosas inanimadas, sin presente ni pasado, sin memoria ni recuerdos. Eran solo eso, posesiones circunstanciales, sin vida ni emociones adquiridas por si, sin una vida vividas por sí mismas, sino por otros.</font> <p align="justify"><font size="4">Sólo eso tenía en su vida, en sus manos. Su capital estaba compuesto por puñados y puñados de nada recolectados a lo largo de toda una vida.</font> <p align="justify"><font size="4">“¿Qué nos pasó? O, mejor dicho, ¿qué me pasó?” , se dijo, en voz alta. Esa auto revelación la dejó pensando, la hizo meditar una y otra vez. “A mi me pasó. Él era todo en mi vida y lo estoy perdiendo. A menos que…” Sacudió la cabeza hacia ambos lados con violencia. “No”, se dijo. “Es imposible.”</font> <p align="justify"><font size="4">Pero la idea la perseguía, no la iba a abandonar tan fácilmente. Su vida y la de él, en realidad, la de ambos, estaba en juego. Ella tenía la solución al alcance de su mano. “Pero no”, se dijo. “Yo no soy de esas.”</font> <p align="justify"><font size="4">Todo era tan simple y tan complejo. La solución estaba ahí, al alcance de su mano. ¿Por que no podía hacerlo?. Un simple acto marcaba la diferencia entre el amor y la soledad, la redención y la condena. Debía arriesgarse y cruzar esa línea delgada y frágil.</font> <p align="justify"><font size="4">“No”, se dijo. ”No lo hice nunca, además ya es demasiado tarde.” Sus pensamientos no eran tan claros, tan firmes como sus afirmaciones. Él se estaba yendo para siempre de su vida. Él no era como los demás, él le importaba, a él lo amaba. </font> <p align="justify"><font size="4">“¿Es tarde?” se preguntó, dubitativa. No se animó a hacerse la reveladora pregunta en voz alta, y tampoco en silencio. Porque conocía de sobra la respuesta. Pero tenía que convencer a su orgullo. Él no era tan flexible como se había tornado ella. Su orgullo era implacable, impiadoso, demoledor.</font> <p align="justify"><font size="4">Él la había llevado hasta allí, un puerto seguro, un lugar donde él estaba a salvo y permanecía indemne, de pie, inmaculado. Un lugar al que constituyó en su reino, donde era preservado y el único privilegiado. Un lugar donde no había sitio para nada más, ni siquiera para el amor.</font> <p align="justify"><font size="4">Cerró los ojos y por un momento se imaginó la vida de ahora en más. El precio era alto, y esta vez no estaba dispuesta a pagarlo. Esta vez, a diferencia de las otras, se dejó guiar por su impulso: tomó valor, abrió la puerta y por primera vez le pidió perdón.</font> <p align="justify"><font size="4">Y esa fue la primera vez de tantas, la más dulce y la más amarga al mismo tiempo. Después de todo, eso también es parte del amor…</font> <p align="justify"><font size="4"></font></p> MP1http://www.blogger.com/profile/09513004725247854452noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3906452203361207472.post-16505908082273860132012-02-06T06:37:00.001-08:002013-11-24T08:17:59.484-08:00Estar en el cielo...<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Me desperté al escuchar mi nombre. Estaba sola. Miré en mi derredor, y nada, todo estaba en silencio. La habitación estaba oscura. Prendí la luz, para cerciorarme, y tampoco ví nada ni a nadie. El sueño me vencía, los párpados me pesaban y los ojos se me cerraban, así que apagué la luz rápidamente y volví a dormirme. </span></div>
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<span style="font-size: large;">Mi sueño era extraño, aún más extraño que de costumbre. Lo primero que ocurre habitualmente en mis sueños es una sucesión de imágenes inenarrables e irreconocibles. Fragmentos claroscuros sin sentido se agolpan, junto con imágenes que se tornan irreconocibles debido a la velocidad a la que transcurren. </span></div>
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<span style="font-size: large;">Aunque esta vez se produjo una innovación en mi sueño. Salí por mis parpados y me elevé, mucho, mucho. Traspasé el techo y fui directo al cielo, pude tocarlo y atravesarlo. Veía como mis manos abrían surcos entre las nubes, que permanecían así unos segundos. Sentí su olor, ese perfume a aire puro y fresco. </span></div>
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<span style="font-size: large;">Pude volar y correr sobre su superficie. La sensación era extraña pero agradable. Era consciente de no tener noción del tiempo, y de tener todas mis sensaciones a flor de piel. Era un sueño de lo más vivido, real, no como los otros que eran planos y simulados. Este no- sueño no utilizaba la información que tenía en mi cerebro para transcurrir, porque esa información nunca estuvo ahí.</span></div>
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<span style="font-size: large;">Podía correr muy velozmente, casi volar por las nubes, sin cansarme, sin perder el aliento. Todo era muy mágico, se iban haciendo caminos a medida que presentían mi presencia, y cuando no las había daba un salto hasta la próxima o directamente volaba. </span></div>
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<span style="font-size: large;">Al principio no me sentía muy confiada de volar, tenía vértigo, mucho vértigo. Volaba sin poder mirar hacia abajo, sólo abría los ojos por pequeños lapsos. Aunque después me fuí acostumbrando, y, de a poquito, comencé a poder mirar para abajo. Y a disfrutar el paisaje. Por primera vez tuve la mente en blanco, ningún pensamiento se cruzaba por ella. </span></div>
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<span style="font-size: large;">Tenía una agradable sensación, un bienestar mezclado con paz y saciedad. Por primera vez en la vida sentí que no necesitaba más, que lo tenía todo. El cielo era mío con sus nubes y con los rayitos de sol que pegaban en mi cara tan dulcemente como si la acariciaran.</span></div>
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<span style="font-size: large;">Volé alto, muy alto, y después fui bajando. De a poquito, casi sin darme cuenta, suave y progresivamente, perdí altura. Hasta que sin notarlo dí un pasito y toqué tierra. Estaba en un vallecito, rodeado por sierras, árboles muy verdes, había hasta un laguito limpio y cantarín.</span></div>
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<span style="font-size: large;">Los rayos del sol se colaban por entre los árboles y lo iluminaban, creando un efecto sublime. Mire alrededor e inmediatamente reconocí donde estaba. Era mi lugar preferido en el mundo, un lugar que conocí en unas vacaciones cuando, tenía 11 años.</span></div>
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<span style="font-size: large;">Ese lugar me enamoró, me cautivó, cuando algo no me gustaba o trataba de calmarme por que había tenido un mal día, me transportaba allí. Ese lugar que me rodeada, me envolvía y me embriagaba con sus perfumes. Con sus olores, conformados por una mezcla por momentos irreconocible y por otros reconocible de olor a verde con olor a río, a yuyos, a flores silvestres sumados al olor a río a campo, a tierra. </span></div>
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<span style="font-size: large;">Era mi lugar perdido, mi espacio mágico y secreto, el lugar en el que me hubiera gustado vivir. Ese era el lugar que yo hubiera elegido como mi cielo, mi edén, mi pequeño paraíso. Ese era el lugar donde hubiera querido estar eternamente. Entonces alguien volvió a pronunciar mi nombre. Pero esta vez no se detuvo, lo hizo una y otra vez. Era como una letanía, una especie de mantra que repetía sin cesar.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Me distraía, me exasperaba, me irritaba, me tapé los oídos con fuerza para no escucharlo. No quería que esa voz pronunciando mi nombre invadiera mi lugar, y me invadiera. Pero algo pasó, y ese algo me arrastró. Sin poder evitarlo comencé a descender, como cuando se cae en un sueño. </span></div>
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<span style="font-size: large;">La sensación era desagradable, violenta. Todo se sucedía rápido, era como viajar en un tren descontrolado a máxima velocidad. Intenté volver, pero no pude. No pude, por más que lo intenté. Comencé a ver luces a mi paso, y otra vez tuve el sueño con imágenes incoherentes, oscuras y deshilachadas.</span></div>
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<span style="font-size: large;">Cuando abrí los ojos, mi novio estaba sosteniendo mi mano muy fuerte, demasiado fuerte. Tenía el rostro bañado en lágrimas y un corte muy profundo en la frente del que salía mucha sangre. Lo miré desorientada, no entendía lo que estaba pasando.</span></div>
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<span style="font-size: large;">“Te llamé y no me contestabas, me pareció que no respirabas, traté de reanimarte. Pero no reaccionabas, no sabia que más hacer, estaba desesperado. Grité, y te grité hasta que se me ocurrió gritar tu nombre, lo hice una y otra vez, como un loco, sabía que si escuchabas mi voz ibas a volver. Tuvimos un accidente”, me dijo</span></div>
MP1http://www.blogger.com/profile/09513004725247854452noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3906452203361207472.post-78316484029323415032012-01-31T06:59:00.000-08:002012-01-31T06:59:05.031-08:00Su secreta Pasión<div style="text-align: justify;">
<span><span style="font-size: large;">Mario tenía varios pasatiempos, amores, pero sólo dos pasiones. Una era pública, por todos conocida y hasta compartida por alguno de sus amigos. Esa era la astronomía. Su otra pasión era más profunda, secreta, inconfensable, la que guardaba muy dentro de sí y tal vez era la que más disfrutaba.</span></span></div>
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<span><span style="font-size: large;">Es un contador destacado, muy apegado a la rutina. Todos los días sale de su casa a la misma hora, y por supuesto indefectiblemente, llueve o truene, llega a su oficina también a la misma hora.</span></span></div>
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<span><span style="font-size: large;">Abre la puerta de ingreso al edificio, sube al segundo ascensor, cierra las puertas, se mira al espejo, se acomoda el pelo, la corbata y oprime el botón que lo lleva al piso 18. Al llegar a su destino, se mira de soslayo nuevamente en el espejo, controlando que todo esté en su lugar. </span></span></div>
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<span><span style="font-size: large;">Después entra en su oficina, prende la luz, levanta las persianas, prende su PC y luego, apaga la luz. Se para frente a la ventana, corre las cortinas, toma su telescopio, lo acomoda minuciosamente. Y lo dirige hacia su objetivo, ella.</span></span></div>
<div align="justify">
<span><span style="font-size: large;">La dama objeto y sujeto de su pasión también es una rutinaria empedernida. Todos los días cumple con el mismo rito minuciosamente sin apartarse un ápice de él. Ella comienza a ser mirada por él cada mañana a las 08:30 en el preciso momento, en el que corre las cortinas de su habitación y mira al cielo.</span></span></div>
<div align="justify">
<span><span style="font-size: large;">Acto seguido toma su bata y se dirige al cuarto de baño, del que sale 15 minutos después, atando su bata. Se sienta frente al tocador y comienza a prepararse para salir.</span></span></div>
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<span><span style="font-size: large;">Comienza la ceremonia recogiendo su pelo rubio en una cola de caballo. El paso siguiente es colocar una crema que prepara a su piel para recibir el innecesario maquillaje. Él la mira fascinado, ella es delicada, cuidadosa, minuciosa. Mario no puede dejar de mirarla, en esos momentos ella es como una visión, desaparecería con tan solo tocarla con un dedo.</span></span></div>
<div align="justify">
<span><span style="font-size: large;">Él no se pierde detalle de lo que ella hace cada mañana. Sigue todos sus movimientos con una atención suprema. Parecería que trata de memorizarlos como si ella llevara a cabo un ritual pagano, del cual él tiene que recordar todos y cada uno de sus pasos, porque de ello depende su existencia.</span></span></div>
<div align="justify">
<span><span style="font-size: large;">Después de haber maquillado sus ojos y su boca, la observada dama se suelta el pelo. Mueve rápidamente la cabeza para un lado y luego para el otro, como si tratara de sacudir su pereza. Ensaya varios peinados delante del espejo y siempre se queda con el penúltimo.</span></span></div>
<div align="justify">
<span><span style="font-size: large;">La segunda parte de la ceremonia no se hace esperar, y Mario se prepara para ella. La dama se para frente a su placard, abre ambas puertas, y se para frente a el. Mira cada una de las prendas que se encuentran allí expuestas, y las evalúa.</span></span></div>
<div align="justify">
<span><span style="font-size: large;">Su elección es rápida, precisa, certera, siempre se pone lo primero que elige. Toma los zapatos, se los calza y luego se viste. Antes de salir vuelve a sentarse en su tocador, se pone perfume, retoca el peinado y sale de la vista de Mario, al salir de su habitación.</span></span></div>
<div align="justify">
<span><span style="font-size: large;">Mario comenzaba su jornada laboral una vez que la dama terminaba su involuntaria y privada función. Feliz, fascinado, con ella dentro de sus ojos, y atesorando su imagen en su memoria y contando las horas para volver a verla y deleitarse con su imagen.</span></span></div>
<div align="justify">
<span><span style="font-size: large;">A las 19:01 Hs. La dama en cuestión reaparecía en la vida de Mario. Ella era extremadamente puntual. Prendía la luz de su habitación y de esa manera lo “invitaba a entrar en su mundo”. Se sacaba la ropa con la que había estado todo el día y se ponía algo más cómodo para esperar a su marido que no tardaría en llegar.</span></span></div>
<div align="justify">
<span><span style="font-size: large;">Ese ultimo acto de la bella dama anunciaba el final de día. Entonces Mario cerraba las cortinas, bajaba las persianas, apagaba su PC, luego las luces de su oficina y se ponía en marcha para regresar a su casa.</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span><span style="font-size: large;">Estaba ansioso por volver, su oficina estaba muy cerca de su casa, en la misma manzana, pero el trayecto le parecía eterno. No veía la hora de encontrarse con su mujer, darle un beso, estar con ella. Mario la adoraba, la amaba, la idolatraba a tal punto que se convirtió en un voyeur de su propia esposa.</span></span></div>MP1http://www.blogger.com/profile/09513004725247854452noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-3906452203361207472.post-41795423874933611162012-01-26T06:25:00.000-08:002012-01-26T06:25:53.614-08:00En sus ojos<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Nunca fuí una persona temerosa. Muy por el contrario, suelo enfrentar a mis temores. Trato de conocerlos, de saber cuales son sus puntos débiles. Una vez que tengo esa información, los enfrento, los tomo por sorpresa y los derroto. Mis armas secretas, infalibles e invencibles son la lógica y la racionalidad.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Pero hay dos temores que son constantes, que existen en mí desde que era pequeña. Y a pesar de que varias veces los enfrenté, no pude derrotarlos, me vencieron de la manera más humillante. El primero y tal vez el que más me perturba no voy a confesarlo. El segundo me produce solo un poco menos de resquemor, aunque sólo un poco. Y es el temor a los gatos. </span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Mi miedo a estos animales no radica en que me dañen físicamente. No me inspira temor el animal en sí. Al contrario, me parece de lo más bello y misterioso. Con una enorme cantidad de características positivas, los gatos son anatómicamente perfectos, poseen gran destreza, son eficientes, astutos, certeros, implacables cazadores, independientes, limpios y hasta simpáticos.</span></div>
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<span style="font-size: large;">Lo que me inquieta de los gatos son sus ojos, su mirada. No sé muy bien como describirlo, tal vez debería hacerlo por descarte. No es algo patológico como una fobia, sino que es algo más intrínseco, más interno. Más espiritual, si se quiere.</span></div>
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<span style="font-size: large;">Tal vez sea idea mía, pero la peculiaridad que tienen los gatos es esa mirada penetrante. Quizás se deba a la forma tan extraña que tiene su pupila, o a su color tan claro. La sensación que me dan es que no miran ni ven al humano que tienen delante, lo que quieren en realidad es ver su interior. Entran a través de sus ojos fundiendo su mirada con la suya para obtener todo cuanto necesitan saber de nosotros, y almacenarlo dentro de sí.</span></div>
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<span style="font-size: large;">Un buen día apareció en el jardín de mi casa un gato gris perla. Era tan pequeño, estaban tan desprotegido, que sin pensarlo y sin acordarme de mis temores, lo metí dentro de la casa y le serví un plato de leche. A diferencia de lo que sentía con otros gatos, Torcuato, así lo llamé, tenía una mirada amable, amigable, tierna, dulce y agradecida.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Con el tiempo me fui olvidando de ese segundo temor que limitaba mi vida, la relación con Torcuato era inmejorable. Me seguía a todos lados como un perro, me recordaba siempre la hora de comer, siempre estaba dispuesto a recibir mimos, y por supuesto yo a dárselos.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Que tonta fuí, tenerle miedo a estos animalitos todos estos años. Como pude tenerle resquemor a lago tan tierno y tan dulce como sus ojos. En fin una idea de lo más boba, de alguien que ignoraba lo magníficos que eran estos animales.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Me demolía cuando me miraba con sus ojitos bizcos, me miraba como tratando de entender lo que yo le decía. A veces el objeto de su mirada era la pared, o algún otro objeto. Eso me daba mucha curiosidad, se paraba frente a algo y lo miraba fijo, durante mucho, mucho tiempo. Como si el objeto en cuestión le diera instrucciones precisas para conseguir la paz del mundo.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Me causaba mucha gracia a la vez que me llamaba la atención su actitud, estaba abstraído, ensimismado, mirando un punto fijo en algún lado. Un día me senté en el piso a su lado y comencé a mirar la pared, fije exactamente mi vista en el punto que el la estaba fijando.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Y fue en ese momento que vi lo que el veía, sentí lo que el sentía y comprendí lo que entrañaba y guardaba su mirada. Un escalofrío recorrió mi columna, el pánico se apoderó de mí. No podía moverme ni articular palabra, estaba presa del pánico, presa de mi inmovilidad. Ahora estoy aquí, presa, dentro de sus ojos</span></div>MP1http://www.blogger.com/profile/09513004725247854452noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3906452203361207472.post-51548650679737402102012-01-24T06:11:00.000-08:002012-01-24T06:11:38.082-08:00El amor y él amor ó El amor vs. el amor<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Lo habían intentado todo para salvar lo que quedaba entre ellos. Pusieron alma, corazón y voluntad, pero eso no era suficiente, por eso recurrieron a un terapeuta. Fueron a varias sesiones, pero el estancamiento parecía permanecer. El terapeuta les dió algunos consejos para manejar la situación, como que escribieran todo lo que sintieran, para poder transmitírselo al otro de una manera más clara.</span></div>
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<span style="font-size: large;">Lo rescatable de la terapia es que les permitió conocer al otro y conocerse un poco más. Pudiendo sacar algunas cosas en limpio, y decirse algunas cosas que no podían, porque el enojo brotaba y no se les permitía hacerlo.</span></div>
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<span style="font-size: large;">Gonzalo tenía que hacer un largo viaje de negocios, estaría fuera casi dos meses. En un principio Valeria iba a acompañarlo, pero decidieron tomarse ese tiempo para ver lo que les pasaba.</span></div>
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<span style="font-size: large;">Siguiendo los consejos de su terapeuta, ambos tomaron nota de sus sentimientos, sensaciones, vivencias. Estas son las conclusiones a las que arribaron Gonzalo y Valeria:</span></div>
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<span style="font-size: large;">Gonzalo intentó plasmar todo lo que sentía en el vuelo de vuelta, y escribió: </span></div>
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<span style="font-size: large;">“Estos días fueron bastante complicados, ajetreados y solitarios. Contrariamente a lo que vos creerás al leer esto, las complicaciones no se debieron a mi trabajo sino a tu ausencia. Te extrañé como nunca creí extrañarte. </span></div>
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<span style="font-size: large;">Descubrí muchas cosas, sobre mí, sobre nosotros. Me di cuenta que cometí muchos errores, demasiados, espero que no sea tarde. Espero que entiendas y sobre todo me entiendas, sé que no puede volverse el tiempo atrás, que todo lo que hice lo hice. Lo importante es que lo ví. Y me arrepiento</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Me porté como un verdadero idiota todos estos años. Le dí prioridad a mi trabajo, cuando no debí habérsela dado. Me ganó la ambición, el estar un escalón más arriba, el llegar. Todo eso a costa de nosotros, robándome y robándote tiempo de estar juntos. </span></div>
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<span style="font-size: large;">Estuviste sola durante mucho tiempo y en muchas circunstancias. Sin dudas yo soy el único culpable, ahora siento que te abandoné, aunque en ese momento no lo considere así. </span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Me parecía que todo funcionaba bien así, no tenía idea de cuales eran tus sentimientos. Pero eso no fue porque no me importaran o porque no me importaras, todo se debió a mi incapacidad, a mi falta de compromiso</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Todo cambió cuando se presentó la posibilidad cierta de perderte, eso sacudió mi estructura. Me desestabilizó, me hizo tomar conciencia de lo que tenía y estoy a punto de perder. Tengo que darte la razón, dejé la relación a la deriva cargando todo en tus espaldas. Eso no fue justo para vos. </span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">En este tiempo tuve la posibilidad de estar sin vos, y no me gustó aún sabiendo que esto era temporal. No me imagino como sería mi vida si supiera que esta situación es definitiva. De sólo pensarlo se me hace un nudo en la garganta, me angustia la sola idea.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Vale, si hay algo que tengo claro es que te amo, y estoy dispuesto a hacer lo que sea para que estemos juntos. Para que todo sea diferente, no soportaría verte sufrir. La sola posibilidad de perderte me aterra. No todo está perdido, hagamos el intento…”</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Valeria intento escribir lo que sintió en ese tiempo, habia días en los que se sentía confundida, contrariada y contradictoria. Al principio no sabía muy bien lo que quería. La noche antes de que regresara Gonzalo, comenzó a garabatear algunas frases sueltas, y sin darse cuenta escribió esto:</span></div>
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<span style="font-size: large;">“Estos últimos días fueron extraños, por momentos maravillosos, mágicos, por otros angustiantes, inciertos. Al principio no sabía donde estaba parada. Quería hacerlo todo y no hacía nada.</span></div>
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<span style="font-size: large;">Estaba perdida, confusa, indecisa, pero finalmente pude poner las cosas en cajas y finalmente en orden.</span></div>
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<span style="font-size: large;">Durante todos estos años, la relación estuvo exclusivamente a mi cargo, te dejaste llevar, conducir, me abandonaste y, tal vez yo me dejé abandonar. Te escondiste detrás de un sinnúmero de excusas, que solo eran eso, excusas vacías.</span></div>
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<span style="font-size: large;">No sé si alguna vez te importé. Quizás si, quizás no. No sé si vale la pena averiguarlo ahora. El pasado ya no tiene sentido, salvo para aprender de él. Para no cometer los mismos errores que hemos cometido.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Ahora sólo pienso en el presente, en lo que tengo hoy, y en base a eso en lo que voy a llegar a tener. Lo que hicimos quedó atrás, como dije, ya no cuenta. Te pido disculpas si te hice daño, no era mi intención, solo quería que te dieras cuenta de lo que teníamos.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">De lo que podíamos perder, del fracaso inminente que se acercaba hacia nosotros a pasos agigantados. En estos días tuve tiempo para reflexionar. Para hacer cosas que en estos últimos años no había hecho y ya casi no recordaba.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">En estos últimos días reencontré el amor, ese amor que creí perdido, agotado. Despertó esa parte de mí que creí dormida e insensible. Es extraño como las cosas ocurren y de la manera que ocurren.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Gonzalo, tengo que ser honesta con vos como quizás nunca me animé a serlo por temor a perderte. Entre nosotros ya no queda nada en absoluto. Si había algo esta separación lo terminó de aniquilar. Es mejor que no volvamos a vernos.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Valeria dejó la nota sobre la mesa de la cocina, se aseguro de que estuviera en un lugar visible. Tomó sus valijas y se fué…</span></div>MP1http://www.blogger.com/profile/09513004725247854452noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3906452203361207472.post-73764222471113833392012-01-20T06:47:00.000-08:002012-01-20T06:47:26.818-08:00Entre el odio y el amor...<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Lucila había tenido una vida difícil, pero los últimos años habían sido los peores de su vida. Cuando tenía 8 años sus padres habían muerto en un accidente. Desde ese momento, ella había quedado a cargo de su abuela y su tía.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Su abuela era una persona dulce, sensible, una mujer humilde, trabajadora. Quería mucho a su nieta y le daba todo cuanto podría. Sobre todo amor, cariño y comprensión que era lo que a la niña le faltaba, al faltarle sus padres.</span></div>
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<span style="font-size: large;">La tía en cambio era una persona con una gran amargura, egoísta, malhumorada, rígida. Ella tenía una historia larga, plagada de infelicidades, desamores y desencantos. Se había enamorado del hombre equivocado, el padre de Lucila, pero el tuvo el mal tino de fijarse en su hermana menor y enamorarse de ella. </span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Esa era una de las razones por la que convertía a la niña en el blanco de descarga de todo su odio y frustración. Lucila era el símbolo viviente del amor de sus padres. Y por lo tanto el eterno recordatorio de su infelicidad.</span></div>
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<span style="font-size: large;">No podía soportar su presencia, trataba de ignorarla, pero no podía contenerse. Cuando su madre no estaba en casa, maltrataba a la chica física y verbalmente, la humillaba, la denigraba. Lucila era muy parecida a su madre, y soportaba todo con estoicismo, con la convicción de que ya vendrían tiempos mejores.</span></div>
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<span style="font-size: large;">Su abuela trataba de evitar esas situaciones reprendiendo a su hija. Trataba de hacerle entender infructuosamente que la nena nada tenía que ver con lo que pasó o no pasó con su padre. No era su culpa. En realidad, el amor no correspondido no era culpa de nadie.</span></div>
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<span style="font-size: large;">Ni siquiera del padre de Lucila. “Eso es obra de la fatalidad”, le decía, “Cosas del destino, cosas de la vida, de las que nadie es responsable, ni culpable. Sólo pasan y debés reponerte, dejar de odiarlo a él y a ella.” </span></div>
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<span style="font-size: large;">“Tenés que olvidarlo. Ya pasaron muchos años y él esta muerto. Buscar la manera de ser feliz, con alguien que te corresponda. Si lo buscás seguramente lo vas a encontrar. Sos una mujer linda, inteligente, joven. ¿Qué te impide rehacer tu vida?.” </span></div>
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<span style="font-size: large;">Pero los consejos de su madre sólo lograban enfurecerla más y más. Y le hacían ver en su madre también una enemiga. Los años pasaron y ella nunca rehizo su vida. Lo intentó, pero estaba tan amargada y resentida que los hombres la rehuían.</span></div>
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<span style="font-size: large;">Cuando la abuela murió, todo cambió drásticamente en la vida de Lucila. Ya no tenía quien la defendiera de su tía, ahora estaba sola con ella en su casa. Y con el apoyo externo de Federico, su amigo de la infancia que, con el transcurso de los años, se había convertido en algo más.</span></div>
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<span style="font-size: large;">Se veían a escondidas, porque su tía, naturalmente, no aprobaba la relación. Ella odiaba a Federico y hacía lo imposible para que Lucila lo odiara. Y cuanto más lo intentaba, ella más lo amaba. Él era su contenedor, la valoraba, la consolaba en los malos días.</span></div>
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<span style="font-size: large;">La amaba y ella lo amaba a él. Eran el uno para el otro y la tía lo sabía, por eso se interponía en su camino. Él era lo único que tenia en este mundo. Era lo que ella necesitaba, representaba el amor que la vida le había negado primero al morir sus padres y luego al morir su abuela.</span></div>
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<span style="font-size: large;">Un día la tía llamó a Lucila, y le dijo que tenía que hablar con ella. Estaba feliz, exultante, desconocida. Esto llamó mucho su atención. Mientras se sentaba a la mesa de la cocina, donde iba a tener lugar la conversación, Lucila la vió tan bien, tan lejana a lo que era normalmente, tan desconocida, que pensó que tal vez su tía iba a comunicarle que había encontrado el amor.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Su tía aclaro su garganta, y le dijo “Lucila ya tenés 19 años. No sos una niña, sos una joven. Ayer el farmacéutico me mando a decir que tenía que hablar conmigo con urgencia. Por eso hoy fui a verlo. Estuvimos hablando mucho, es un hombre culto, que esta en muy buena posición, muy agradable. Él me dijo que te quiere y mucho, y me pidió tu mano. Ya se hicieron todos los arreglos. En dos meses van a casarse.”</span></div>
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<span style="font-size: large;">“No te preocupes, él se encarga de organizar todo. Tiene el dinero y los medios para hacerlo. Vos de lo único que te tenés que preocupar es de ser una buena esposa y complacerlo en todo.”</span></div>
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<span style="font-size: large;">Lucila no salía de su asombro, estaba atónita, petrificada. Tenia la boca seca y no podía articular palabra. Su corazón latía como nunca había latido. “Pero tía”, dijo, “Yo no lo conozco, no lo quiero, es un hombre muy mayor.” ¡Que lejos estaba la pobre de convencer a su tía con esos argumentos!</span></div>
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<span style="font-size: large;">“Eso no importa Lucila, ya todo esta arreglado. No puede volverse atrás. ¿No lo entendés? Te casás y punto, esta es la vida real.”</span></div>
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<span style="font-size: large;">“¡Pero yo amo a Federico!”, le dijo Lucila.</span></div>
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<span style="font-size: large;">“A mi eso no me importa”, le contestó. “Federico es pobre, no puede mantenerte y jamás podrá. El amor no pone comida en la mesa, el amor no te viste, ni paga las cuentas. El amor no sirve para nada, sólo confunde a las personas y las hace tomar decisiones estúpidas. Y eso no va a pasarte, para eso estoy yo, para guiarte y aconsejarte.”</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">“No tía, yo no voy a casarme con él. No lo quiero, y podría ser mi padre, o mi abuelo.”</span></div>
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<span style="font-size: large;">“Lucila, yo te cuidé y te mantuve durante todos estos años, te dí casa y comida. Tenés que casarte con él, me lo debés. Tenés que asegurar mi vejez. ¿De qué voy a vivir? Por cuidarte perdí muchas oportunidades en mi vida, estás en deuda conmigo.”</span></div>
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<span style="font-size: large;">No había salida, ni escapatoria. No le dijo nada a Federico, no podía decírselo, sólo dejó de verlo. Ella lo conocía, él le pediría que se escaparan, que dejara plantada a su tía y sus malévolos planes. Pero ella no podía y mucho menos debía hacerlo. Lo que su tía le había dicho tocó sus fibras más intimas. Ella tenía razón, era la que se había hecho cargo cuando murieron sus padres. Debía pagar su deuda.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Lucila hizo lo que debía hacer, con toda la dignidad del mundo cumplió con su deber y pagó la deuda que tenía con su tía, casándose con quien no amaba. Ese mismo día Federico se fue del pueblo.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">El farmacéutico era un buen hombre, cariñoso. Ella fue su compañía en sus últimos años, siempre lo respetó y lo cuidó cumpliendo a rajatabla su deber de esposa. Cuando su marido murió Lucila volvió a sentirse sola, y sintió la necesidad de buscar a Federico. Ella ya era libre, nadie podía interponerse entre ellos.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">La pregunta era si él aún seguía queriéndola, si ella no lo había herido demasiado, como para que él ahora la odiara. Debía explicarle lo que había pasado, el porque de su conducta.</span></div>
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<span style="font-size: large;">Y así fue como Lucila comenzó su búsqueda desesperada con la sola esperanza de que él la entendiera. Lo buscó e hizo buscarlo por cielo y tierra. Le tomó varios meses encontrarlo. Cuando por fin lo hizo, no hubo reclamos, ni preguntas de parte de Federico. Él la había esperado todos esos años, teniendo la certeza de que ella algún día sería suya, porque ese era su destino.</span></div>MP1http://www.blogger.com/profile/09513004725247854452noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3906452203361207472.post-30063052651974920252012-01-17T05:29:00.000-08:002012-01-17T05:29:11.589-08:00¿Ella o yo?<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Se sentía agobiado, acorralado. No tenía idea de como salir de ese atolladero, tenia que tomar una decisión. Pero, ¿cuál sería? Ella lo presionaba de una manera impiadosa, lo perseguía, lo controlaba. Todo comenzó en el momento en que ella enunció esa maldita frase, que más que una frase en si misma encerraba una pregunta.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">“Pensalo muy bien y después me contestás”, le dijo ella, “¿Ella o yo? .</span></div>
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<span style="font-size: large;">En realidad, esa era “la pregunta”. Esa que lo cambia todo. Esa que da visos de seriedad, de compromiso. de todo y de nada a la vez. La misma que pone un hasta aquí, que obliga a elegir, a tomar posiciones a hacerse cargo, a determinar de que lado se está y con quien. </span></div>
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<span style="font-size: large;">Esa pregunta tan remanida, tan usada, tan dicha por todos. Y tan original al mismo tiempo. Porque para que sea creíble, solo puede usarse una sola y única vez. Porque es determinante, y no tiene vuelta atrás. No es algo que deba usarse livianamente, es algo que debe pensarse para hacerse y mucho más para dar una respuesta.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">La idea de tener una amante en un principio le atrajo, luego lo sedujo y posteriormente lo obsesionó. Se le hizo carne, fue su norte y su meta. Debía conseguirla, hacer realidad sus sueños, sus fantasías.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Había escuchado historias, por supuesto todas geniales, que describían las bondades del amantazgo, Era un estado ideal, todo era a pedir de boca. Una amante le daría todo lo que él necesitaba, satisfaría sus instintos polígamos.</span></div>
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<span style="font-size: large;">Rompería la rutina, cumpliría el sueño de la geisha propia. Al fin él iba a ser el centro del universo, eso era lo único que importaba. El era un hombre importante, y un hombre de su posición podía darse ciertos lujos, tener ciertas excentricidades.</span></div>
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<span style="font-size: large;">Todos en su circulo lo hacían Él. al igual que los demás, necesitaba un cable a tierra. Entonces ¿por qué no iba a poder hacerlo? Se dió permiso, se felicitó por la decisión y comenzó la búsqueda.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Después de unas semanas encontró lo que buscaba. Una chica mona, joven, que cumplía con todos sus requisitos. Pilar había venido del interior hacía poco tiempo. Lo primero que hizo al llegar a la gran ciudad fue recrear, prolijar, hermosear un poco su “biografía”. Modificó todo cuanto se le ocurrió y pudo de manera que todo cerrara para lograr su objetivo. </span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Otras de las modificaciones que transformaron su existencia, y la hicieron mutar de patito feo a cisne, consistieron en cambiar su color de pelo, su nombre, y alguna que otra cosita. Ella era muy ambiciosa, quería subir en la escala. Menos trabajar iba a hacer lo que fuera para conseguirlo.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Cuando estuvo convenientemente mutada, se hizo asidua concurrente a lugares donde asistían señores con buen pasar, y tenían avidez por conocer bellas mujeres. Así es como conoce a Pedro.</span></div>
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<span style="font-size: large;">Desde el primer momento todo quedo perfectamente claro, el delimitó cual era el rol de cada uno. Y lo que ella recibiría a cambio. Ella estuvo de acuerdo con el rol que le había tocado y lo que conseguiría desempeñándolo.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Pedro compró dos teléfonos móviles de distintas empresas, sólo se comunicaban a través de ellos. Si uno de los teléfonos estaba apagado, el otro estaba fuera de su mundo. No había preguntas, ni falsas respuestas, ni reclamos.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">El nunca habló con nadie de Pilar, ni con sus amigos, ni con su analista. Ella tampoco habló con nadie de Pedro, no tenia amistades, y su familia había quedado olvidada en un pueblito del que ella ni siquiera recordaba el nombre.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Ella estuvo de acuerdo, al menos en principio, con el acuerdo al que habían arribado, pero la ambición comenzó a acicatearla, a cuestionarla, a hacerla sentir insatisfecha, insignificante. Los años pasaban, y ella seguía estancada en su rol de amante no muy amada. Comenzó a desesperarse, a buscar otras vías, otros medios que le permitieran lograr ese ascenso.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">No podía ser su amante eterna, debía ser algo más. Su esposa, por ejemplo. Había fijado su meta, ahora debía llegar a ella como lo hacía siempre, a través de un atajo. Ese atajo fue dando un primer paso, un paso firme y seguro. </span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Hizo investigar a Pedro, quiso saber todo sobre él, era la única manera de lograr lo que quería. Supo después de varios años como estaba compuesta su familia, donde vivían, el nombre de su esposa, cuales eran sus actividades, etc. No dejó nada librado al azar, no podía dejar nada librado al azar.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Un día Pilar llamó a Pedro a su trabajo, el quedó atónito. “Necesito verte”, le dijo.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">“¿Cómo conseguiste este número?”, le pregunto Pedro.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">“Eso no importa”, le dijo ella. “¿Dónde nos vemos?”</span></div>
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<span style="font-size: large;">Pedro estaba asustado, presintió, y no se equivocó en eso, que ella era capaz de cualquier cosa.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">“Paso por tu casa en media hora, ¿te parece?”</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">“Perfecto”, le dijo Pilar.</span></div>
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<span style="font-size: large;">Cuando llegó a su casa, ella hizo ciertos comentarios que ponían de manifiesto que Pilar manejaba información. Pero él no le dio mayor importancia. Ella le dijo que sin darse cuenta se había enamorado de él, que no podía vivir así, que necesitaba algo más. Que lo necesitaba. Fue en ese preciso momento que surgió: “Elegí Pedro, ella o yo”. </span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">“No me contestes ahora”, le dijo, “Pensalo…”</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">“Está bien”, le dijo él. “Te prometo que voy a pensarlo.”</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Pedro salió de su casa reprochándose como se le había ocurrido en primer lugar tener una amante, y en segundo tener a una mujer como Pilar como amante. Ambas cosas eran una locura, un riesgo. Ahora toda su vida estaba en juego, y él a punto de perderlo todo.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">¿Qué haría? ¿Cómo iba a salir de esto? Pilar no se conformaría con un: “La elijo a ella”. Ella tiene información, eso es seguro pensó. Me llamó a la empresa, podría llamar a mi mujer, a mis hijos. Pedro estaba desesperado, y la desesperación no trae buenas ideas ni hace tomar sabias decisiones.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Pedro lo pensó, lo meditó y finalmente vió la luz. La solución era simple. Casi más simple de lo que él creía. Así que llamó a Pilar y le dijo: “Tomé mi decisión. Este fin de semana nos vamos de viaje.”</span></div>
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<span style="font-size: large;">Pilar estaba feliz, exultante, había logrado lo que quería, su meta estaba alli, casi podía sentir el brillo del triunfo en su rostro. Que bien se sentía, si pudieran verme ahora mis compañeras de colegio, la gente del pueblo, que envidia les daría, pensó. </span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">El viernes por la tarde Pedro pasó a buscarla en su auto. “¿Adónde vamos mi amor?”, le dijo ella. “Esa es tu sorpresa”, le respondió él. Pedro manejó hasta que oscureció, luego busco un hotelito modesto pero muy acogedor, donde pasaron la noche. Al otro día se levantaron muy temprano y prosiguieron el viaje.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Hasta llegar a un lugar paradisíaco, apartado, maravilloso. Estaba rodeado de montañas, había un pequeño río. Que a fines del invierno se convertiría en un gran río alimentado por el agua del deshielo, vegetación y aire puro. Casi era medio día, el sol estaba en su esplendor iluminando un cielo cerúleo salpicado por algunas nubecitas blancas.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">“Llegamos”, le dijo Pedro. “¿Te gusta el lugar?”</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">“Me encanta”, le contestó ella.</span></div>
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<span style="font-size: large;">“Que bueno”, le respondió él. “Porque lo elegí especialmente para vos”. Tomó la cabeza de Pilar entre sus manos, la besó y con un hábil y seguro movimiento rompió su cuello.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Cavó un pozo muy profundo. Pronto, cuando el río creciera, la naturaleza haría el resto</span></div>MP1http://www.blogger.com/profile/09513004725247854452noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3906452203361207472.post-51550968792767847492012-01-13T06:05:00.001-08:002012-01-13T06:05:58.823-08:00Un acto de amor<div align="justify">
<span style="font-size: large;">La confesión que su mujer le había hecho lo hirió en lo profundo. No podía creer lo que ella le estaba diciendo. No lo entendía. Le pregunto varias veces a lo largo del relato si era una broma, pero ella le respondió que no, que jamás había hablado tan en serio. </span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Nunca había hablado con nadie de ese tema, nunca se había animado a contárselo a nadie. Para ella fue una liberación habérselo contado, sólo en él confiaba. “Sos la única persona en este mundo que lo sabe. Debía contártelo a vos primero, no podía ser de otra manera”.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">“Dudoso privilegio”, pensó. Se levantó del sillón sin poder articular palabra. Estaba yendo a la cocina a servirse un vaso de agua cuando algo lo detuvo. Volvió la cabeza, la miró a los ojos muy profundamente y le hizo la pregunta. Esa pregunta que sólo se hace cuando se está muy seguro, o muy desesperado. Esa pregunta cuya respuesta a veces es obvia y otras sale sobrando.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">“Pero, ¿vos me querés a mi?” le preguntó.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">“Sí”, le dijo ella, “Te quiero mucho, pero no estoy enamorada de vos. No podría, nunca pude, jamás estuve enamorada de un hombre. Siempre supe que era diferente, nunca pude asumirlo. A vos te quise más que a nadie, por eso me casé con vos. Al principio, pensé que con el tiempo, podría enamorarme. Pero no fue así”.</span></div>
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<span style="font-size: large;">“Sé que con esto te estoy hiriendo, no sé como repararlo, no te das una idea lo mal que me siento, No podía seguir mintiéndote y mintiéndome, no puedo seguir a tu lado atándote a una ficción. Nunca me gustaron los hombres, las veces que me enamoré fue de una mujer”.</span></div>
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<span style="font-size: large;">“Y ahora estás enamorada”, preguntó él.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">“No”, le respondió ella, “Primero tenía que resolver lo nuestro. Te repito me costó mucho tomar esta decisión, confesarte lo que te confesé”.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Por más que hablaban sobre el tema como dos viejos amigos, él se sentía aniquilado. Estaba abrumado, desorientado, solo tenía dudas y preguntas inútiles que lo único que hacían eran herirlo. Ella era el amor de su vida ¿Cómo nunca se había dado cuenta de nada? ¿Cómo no lo había notado?</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Sentía que su mujer era una extraña, una persona ajena. ¿Quién era ella en realidad? Sin duda, ella no era la que él creía que era, sin duda era una persona diferente. Alguien que sentía y amaba no como el creía, sino en forma diferente.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">“Yo te amo”, le dijo él, “Quiero que seas feliz, eso es lo único que me importa. ¿Qué puedo hacer por vos?”</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">“Nada”, le dijo ella, “No puedo pedirte nada más”.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Pasaron dos años desde aquel día. Ella estaba intentando armar su vida en torno a su asumida condición. El amor todavía no le había llegado, aunque eso era algo que no le preocupaba. En todo ese tiempo no había tenido ninguna noticia de su marido. Tampoco intentó llamarlo o saber de él, sabía que el la amaba y ella le había hecho mucho daño ¿Para qué hacerle más? </span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Una tarde de sábado, su teléfono móvil sonó. Miró el identificador, y era él. Su corazón se aceleró, estaba emocionada, respiró muy profundo y atendió. “Hola ¿Cómo estás?”</span></div>
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<span style="font-size: large;">“Muy bien”, le dijo ella.</span></div>
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<span style="font-size: large;">“¿Estás en tu casa?”, le preguntó su ex con una voz un tanto extraña.</span></div>
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<span style="font-size: large;">“Si”, le contestó, “¿Querés venir? Tengo ganas de verte”.</span></div>
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<span style="font-size: large;">“Muy bien, en un rato estoy ahí”.</span></div>
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<span style="font-size: large;">Cuando ella abrió la puerta, no podía creer lo que veía. Era su marido. En realidad ya no era ni su marido ni un él, porque él se había convertido en ella, por y para la mujer que amaba.</span></div>
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<span style="font-size: large;">Ella lo miró, la miró y no podía creer el cambio, no podía creer ese acto de amor, por el cual lo amó y se enamoró como nunca se había enamorado en su vida.</span></div>
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<span style="font-size: large;">Esta tarde volvieron a casarse, aunque esta vez no como él y ella. Esta vez fueron ella y ella, esta vez ambas estaban enamoradas, y esta vez ellas serán felices por siempre.</span></div>
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<span style="font-size: large;">Nota: Este cuento surgió por una nota que leí en Clarín. La noticia era un tanto escueta. Decía que el marido tras haberse divorciado de su esposa se había cambiado de sexo. Posteriormente volvió a casarse con la que había sido su esposa. El resto lo hizo mi imaginación…</span></div>
<div sizcache="23" sizset="7">
<span style="font-size: large;">La nota original pueden leerla en </span><a href="http://www.clarin.com/sociedad/hombre-cambio-volvio-casarse-esposa_0_625137565.html" rel="nofollow"><span style="font-size: large;">http://www.clarin.com/sociedad/hombre-cambio-volvio-casarse-esposa_0_625137565.html</span></a></div>MP1http://www.blogger.com/profile/09513004725247854452noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3906452203361207472.post-59088760192930508732012-01-12T05:39:00.001-08:002012-01-12T05:39:56.535-08:00¿El hilo de la realidad?<div align="justify">
<span style="font-size: large;">La discusión fue subiendo de tono más y más. Estaba ofuscado, su adrenalina estaba a tope, igual que su presión arterial. Sentía la sangre fluir cada vez con más fuerza, con más violencia, su corazón estaba acelerado, casi no podía respirar. </span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Tenía que detenerse, estaba llegando a su límite, ese límite que no debe atravesarse, sencillamente por que no hay vuelta atrás. Fue en ese preciso y fatídico momento en el que su interlocutor le dijo algo que no debía decirle.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">El escuchó lo que no querría haber escuchado nunca. Aún así lo escuchó. Eso desató sus demonios, la ira reprimida y contenida. La irracionalidad tomó su ser, se apoderó de el. Surgió ese animal primitivo e irrefrenable que no sabía, que no creía que tenía dentro.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Trató de luchar contra él, pero fué inútil. Ese ser desconocido e irracional que estaba oculto, y que se había convertido en él mismo, se apoderó totalmente de su persona. Abrió el cajón de su escritorio, sacó su arma, quitó el seguro y sin pensarlo tiró del gatillo.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Todo tomó un sólo segundo. En sólo un segundo la ira se había apoderado de él y lo había convertido en un ser irracional. En sólo un segundo pasó de ser un hombre de bien a ser un asesino. El límite había sido cruzado, ya no había vuelta atrás.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Al ver el cuerpo de ese hombre tendido en el piso tuvo una terrible sensación de irrealidad. La cabeza le estallaba, su cuerpo temblaba, le faltaba el aire, y por su frente corría un sudor metálico, frío, helado. Como si la muerte estuviera acariciando su frente.</span></div>
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<span style="font-size: large;">Después devino la negación: “¡No pude haber sido yo el que tiró del gatillo!” La duda imposible: “Soy incapaz de hacer una cosa así”, se decía. Los eternos e interminables cuestionamientos y velados reproches. “¿Por qué compré esa arma? Si no hubiera tenido esa arma en mi escritorio él estaría vivo. ¿Por qué no me detuve antes? ¿Por qué me expuse a ponerme en ese estado? ¿Cómo no me dí cuenta? ¿Cómo pude tirar del gatillo?” </span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Luego la culpa, la conmiseración, la piedad por él y por el otro. ¿Qué haría ahora? Llamaría a la policía, les contaría lo que pasó, se entregaría y afrontaría las consecuencias.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">En un sólo segundo su vida estaba arruinada, había perdido todo lo que tanto esfuerzo le había costado conseguir. Todo cuanto tenía en el mundo se había ido para darle paso a la desventura, a la desgracia. Todo a causa de una mala decisión, de un acto irracional. </span></div>
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<span style="font-size: large;">“No, no puedo arrastrar a mi familia conmigo. Tengo que solucionarlo de otra manera, como un hombre, con dignidad, con coraje”. Así que tomó el arma, se la colocó en la boca y disparó.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Inmediatamente escuchó una voz que le era familiar. Era la voz de su mujer que le decía: “¿Estás bien? Te desperté por que tenías una pesadilla… Te movías, y gritabas”.</span></div>
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<span style="font-size: large;">El la miró desorientado, no entendía muy bien ¿Cómo?… “Fue un sueño”, se dijo con alivio. “Mañana te cuento”, le dijo. “Pero lo primero que voy a hacer es devolver esa bosta de arma que compré hoy”.</span></div>MP1http://www.blogger.com/profile/09513004725247854452noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3906452203361207472.post-62021520029860504472012-01-10T05:31:00.000-08:002012-01-10T05:31:09.727-08:00El día que algo me pasó<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Todavía no salgo de mi conmoción, de mi asombro. No puedo creer que haya pasado lo que pasó. Tal vez nada pasó, tal vez todo fue un mal sueño. O tal vez todo fué parte de mi imaginación. No lo sé, no estoy segura. Siempre estoy segura de todo, pero, esta vez… ¡no lo sé!</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">La experiencia es inenarrable. No tengo recuerdos enteros, solo flashes aterradores. Vienen a mi mente imágenes sin sentido, alienantes, desordenadas. Son cosas que no entiendo, que no tienen razón de ser, que no sé como explicar.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Por momentos siento que me estoy volviendo loca. O tal vez sean ellos los que quieren que me vuelva loca para que no cuente lo que tengo que contarles. Para que no diga a nadie que es lo que me hicieron.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">No sé si alguna vez alguien vaya a leer esto, tampoco se si voy a animarme a seguir escribiendo. El miedo se apodera de mi, los siento y los presiento cerca de mi. Me rodean me acechan, vigilan mis movimientos y hasta mis pensamientos.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Tengo que distraerme y distraerlos para advertir y advertirles a todos, no sé como hacerlo. Ellos me arrancaron de aquí, me llevaron a un lugar que no puedo describir, era un lugar extraño. Sentí frío, calor y, sobre todo, pánico.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Todo era silencio. No había ningún ruido, ni siquiera el de sus voces. Ellos no hablaban, no emitían sonido, se comunicaban a través del pensamiento. Sólo hablaban dentro de mi cabeza, me daban órdenes. Trataron de ser amables.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Con unos complicados y sofisticados equipos, estudiaron cada célula de mi cuerpo, midieron y pesaron todos mis órganos, incluso mi cerebro. Varias veces pude verme fuera de mi cuerpo, ví lo que estaban haciendo, ví como eran y lo que eran. </span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Me contaron cuales eran sus planes, donde iban. No quise escucharlos pero ellos me obligaron. Grabaron en mi memoria nombres, listas, caras, lugares. Me dijeron que ahora nada tendría sentido para mí, pero que pronto lo tendría.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">No sé que hacer, ni a quien acudir. Estos parecen los dichos desesperados de una persona que se está volviendo loca, o peor aún, que ya lo está. Si estas leyendo esto, es por que vos sos el próximo, y nada vas a poder hacer…</span></div>MP1http://www.blogger.com/profile/09513004725247854452noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3906452203361207472.post-59575686084848794602012-01-04T05:49:00.000-08:002012-01-04T05:49:00.509-08:00Sólo él...con su conciencia<div style="text-align: justify;">
<span><span style="font-size: large;">A veces, pequeñas situaciones nos disparan sentimientos, sensaciones que nos resultan molestas, incómodas. Son cuestiones que guardamos celosamente en rincones recónditos de nuestro ser. Esos rincones a los que no se accede fácilmente, porque es el lugar que abarrotamos de cosas inútiles para que su entrada sea infranqueable y nuestra permanencia resulte imposible.</span></span></div>
<div align="justify">
<span><span style="font-size: large;">Y eso fué lo que le pasó a Javier. Una situación pequeña, casi sin importancia, que disparó en él sentimientos que lo llevaron a una evaluación sistemática y profunda de su vida. Entonces pensó cuando había sido la última vez que había hecho algo por alguien. Su memoria no lo ayudaba, no recordaba nada.</span></span></div>
<div align="justify">
<span><span style="font-size: large;">Fue entonces cuando replanteó la pregunta, y la formuló nuevamente con algunos cambios ¿Cuándo hizo algo por alguien, desinteresadamente, porque sí? Y tampoco lo recordó. “Tengo una pésima memoria, algo debo haber hecho, debo haber tenido alguna actitud generosa. Lo que pasa es que no lo considero.”</span></span></div>
<div align="justify">
<span><span style="font-size: large;">“Tal vez, si llevara un cuaderno de buenas acciones, y anotara allí todo el bien que hice, podría consultarlo y recordarlo. Pero la verdad es que nunca imaginé hacerme este planteo, y mucho menos encontrar una respuesta, y aún peor, sentirme mal por no recordar nada.”</span></span></div>
<div align="justify">
<span><span style="font-size: large;">Esa reflexión pacificó un poco su conciencia, se sintió autoexculpado, autoredimido. Todo se debía a su falta de memoria, el era un ser generoso, solidario, atento con todos aquellos que lo rodeaban. La cuestión era que no recordaba sus buenas acciones. </span></span></div>
<div align="justify">
<span><span style="font-size: large;">La explicación era de lo más sencilla, su mala memoria se combinaba y potenciaba con su desinterés por recordar y recopilar en un digesto, todas sus buenas acciones. ¿De qué sirve? Si se hizo se hizo, eso es lo que importa. Entonces ¿para qué recordarlo? Eso sale sobrando.</span></span></div>
<div align="justify">
<span><span style="font-size: large;">Lo extraño, y lo que más le molestaba, era que podía recordar algunas cosas, detalles si se quiere “no del todo buenos o amables”. Actitudes no del todo deseadas, que había tenido con sus compañeros de trabajo. Y haciendo memoria también había recordado “algo similar” respecto de sus novias de turno, y su familia. </span></span></div>
<div align="justify">
<span><span style="font-size: large;">“Puede decirse que soy una persona con una gran autocrítica”, se dijo Javier. “Recuerdo cosas no del todo buenas y no las buenas.” Ese enunciado lo dejó tranquilo, satisfecho consigo mismo, ufano por tener tan bella cualidad de saber analizarse y ver sólo lo que tenía que corregir.</span></span></div>
<div align="justify">
<span><span style="font-size: large;">Entonces ¿Por qué se seguía sintiendo tan mal? Porque ese lugar en él guardado celosamente estaba saliendo a la superficie. Y reclamaba ser revisado, porque esa voz interior le señalaba que no era algo bueno que sólo recordara lo malo.</span></span></div>
<div align="justify">
<span><span style="font-size: large;">“El recordar lo malo implica que no hay bueno”, se dijo. “¿Y si no hubiera nada bueno en realidad? ¿Cómo puede ser que no haya hecho nada bueno en mi vida? No, es inaceptable… imposible, me resisto a creerlo.” Entonces apareció su conciencia, ese objetor mudo que tenemos dentro, que muy pocas veces escuchamos y al que mucho menos le hacemos caso.</span></span></div>
<div align="justify">
<span><span style="font-size: large;">El y su conciencia luciendo un impecable e inmaculado traje blanco, para no ser confundida con el entorno, se trabaron en un diálogo. Diálogo que tuvo sus altas y sus bajas, que pareció de locos, sin sentido, circular y estancado. Una conversación que tuvo sus altas y sus bajas, que puso blanco sobre negro, que sacó las cuestiones de sus escondites, les sacudió el polvo y las puso en primer plano para que por fin sean vistas y evaluadas.</span></span></div>
<div align="justify">
<span><span style="font-size: large;">Ese diálogo que empezó de una manera poco original pero efectiva, con un: “¿Por qué te parece inaceptable y te resistís a creer?” Y siguió con un segundo porque, pero esta vez caló más profundo y fue por más, buscó ese lugar muy recóndito. Y abrió de par en par, con mucha dificultad esa puerta que estaba casi sellada.</span></span></div>
<div align="justify">
<span><span style="font-size: large;">Estaba ahí de pie, con la cabeza en alto, desafiante, en ese lugar vedado. Ese lugar que no debía ser tocado, porque de serlo produciría un dolor enorme e intolerable. Eso a ella nada le importó, fue allí de manera directa, certera, demoledora. Haciendo las pregunta que debía hacerse, y esperando la respuesta que debía darse.</span></span></div>
<div align="justify">
<span><span style="font-size: large;">“¿Por qué te engañás Javier? Estas hablando conmigo, no podés engañarme y mucho menos engañarte. Vos conoées mejor que nadie las respuestas. ¿No es así?”</span></span></div>
<div align="justify">
<span><span style="font-size: large;">Javier no sabia que contestar, el embate había sido duro, irresistible. No podía haber una salida neutra, estoica, ella iba a todo o nada. Uno de los dos debía ser el vencedor, el otro sería el derrotado, y lo peor es que debía reconocer esa derrota. </span></span></div>
<div align="justify">
<span><span style="font-size: large;">“Y, sí” le dijo ella con una irónica sonrisa mirando sus largas uñas rojo fuego, “no es fácil. Solo los grandes pueden reconocer una derrota, vivir con ella y superarla. Los demás sólo quedan en el intento, son los grandes olvidados, los seres que nadie recuerda.”</span></span></div>
<div align="justify">
<span><span style="font-size: large;">Eso lo hizo enfurecer, la realidad de su vida estaba ante sus ojos. Y había sido traída especialmente por su conciencia, desde lugares exóticos y recónditos de su ser. No tenía muchas opciones, lo tomaba o lo dejaba. </span></span></div>
<div align="justify">
<span><span style="font-size: large;">El tomarlo era lo menos sencillo, implicaba reconocer y asumir lo hecho, hacerse cargo de las acciones e intentar enmendarlas o enmendarse. El dejarlo era lo más tentador, lo más simple. La ignorancia borra todo, la mala memoria es un aliado invalorable. Después de todo ¿Quién iba a saberlo? Solo él… y ella, sobre todo ella.</span></span></div>
<div align="justify">
<span><span style="font-size: large;">Eso le importaba, lo inquietaba, lo incomodaba. Sus sensaciones y sentimientos eran transparentes, inocultables ante ella. Ella que se había constituído en un instante en juez y parte. Ella que como un verdugo lo obligaba a caminar por lugares que él no estaba dispuesto a recorrer. Ella que con un sólo gesto y dos preguntas tiró abajo su sólido enunciado que le daba la redención, y danzó sobre los escombros.</span></span></div>
<div align="justify">
<span><span style="font-size: large;">“Vamos Javier, dame un sí o un no y te dejo en paz. ¿Cuál va a ser tu elección? ¿Cómo va a ser tu vida en el futuro? Tenés que decidirlo ahora mismo, yo también estoy siendo juzgada y no lo merezco. Hay quienes piensan que estoy ausente en vos. Necesito que respondas, porque de eso también depende mi redención o mi condena.”</span></span></div>
<div align="justify">
<span><span style="font-size: large;">Esas palabras calaron muy hondo, llegaron allí a lo más profundo, a lo que estaba celosamente guardado y olvidado. Javier dejó caer su coraza protectora, quedó con el corazón y los sentimientos expuestos. No había donde refugiarse, ni donde esconderse, ni con que cubrirse para no ser visto. Todo estaba allí, expuesto, eso era él.</span></span></div>
<div align="justify">
<span><span style="font-size: large;">No podía negarlo, debía asumirlo, hacerse cargo de lo que había hecho. Debía tomar todo aquello que no le gustaba, que escondía para olvidar, colocarlo dentro en un lugar visible, procesarlo, para tratar de no volver a ser lo que era. “Está bien.”, le dijo con estoicismo y una valiente convicción, “Asumo mi derrota, voy a cambiar.”</span></span></div>
<div align="justify">
<span><span style="font-size: large;">“Muy bien, Javier”, le susurró su conciencia con una sonrisa de dulce y victoriosa satisfacción, “hiciste una muy buena elección.” </span></span></div>MP1http://www.blogger.com/profile/09513004725247854452noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3906452203361207472.post-62981760629544137142012-01-02T05:39:00.000-08:002012-01-02T05:39:06.238-08:00Amar en tiempo de amar<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Lo miraba desde su escritorio, lo seguía con la vista de un lado a otro. No se perdía un solo gesto, ni una palabra que proviniera de él. Fue la primera persona a la que vió cuando entró a trabajar allí y de eso habían pasado ya cinco años. El había ingresado un año antes en la empresa. Marcos era una persona muy sociable, simpático, todos en la empresa sabían quien era. </span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">En cambio Marina era muy reservada, sólo se dedicaba a su trabajo y a mirarlo a él. Estaba más que enamorada, si se puede estarlo. Ella se creía invisible para él, insignificante y cuando se enteró de la noticia, el mundo se le vino encima. No podría creer lo que estaba escuchando, ni viviendo. </span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Pensaba que era un mal sueño, quizás pronto se terminaría, y todo volvería a la normalidad. El haría su vida como siempre, y ella estaría ahí para contemplarlo arrobada, para admirarlo. Para soñar despierta esperando el momento en que él la notara y se enamorara de ella. </span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">No cabía otra posibilidad. Él era para ella, sólo para ella. ¿Como podía ocurrir una cosa así? No tenía el menor sentido, por más que le daba vueltas y vueltas al asunto, no le encontraba explicación. ¿Como no se había percatado justamente ella?. ¿Como no conocía lo suficiente al hombre que era el amor de su vida? </span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Por eso, cuando el chico que se sentaba junto al escritorio de su “príncipe azul” le dijo que estaban juntando plata para hacerle un regalo de casamiento a Marcos, que se casaba con una chica de contaduría, Marina se sintió morir. Él y sólo él era la razón por la que se levantaba cada mañana. </span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">¿Por qué a él no le pasaba lo mismo? ¿Por qué no la notaría? ¿Por qué no la vió a ella y sí a la chica de contaduría? </span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Los porqués, los como, se sucedían uno tras otro. Eran hirientes, lacerantes, interminables. ¿Cómo no la eligió a ella? Nadie en el mundo lo amaba ni lo amaría como ella lo amaba. Los otros eran amores efímeros, pero el de ella era real e incondicional. Sería por siempre y para siempre. </span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Durante el relato de su interlocutor, se producía en Marina una hecatombe incontrolable de sentimientos. En algún momento del sentido y detallado monólogo, ella fue devuelta a la triste realidad. </span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">“Bueno Marina, le decía él con cara de circunstancia, yo sólo quería avisarte, no tenés obligación de poner para el regalo. Después de todo, creo que casi no conocés a Marcos. Ahora que lo pienso, creo que nunca te ví hablando con él, tenés razón en poner esa cara. Discúlpame, fue una mala idea molestarte con ese tema”. </span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Pero la cara que tenía Marina, no era una cara de no querer colaborar con el regalo de un “desconocido”. Sino que era una cara de desazón, de tristeza, de sentimientos aniquilados, de amor negado y arrebatado. Se sentía devastada, sin fuerzas, aniquilada, destruída. Sentía como si una bomba hubiera explotado dentro de ella. </span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Ese día y los subsiguientes, con los correspondientes comentarios y narraciones y los preparativos fueron intolerables, dolorosos. Ella debía ser la protagonista. Siempre lo creyó así, pero no lo era. La situación la desbordó, por lo que tuvo que pedir licencia por enfermedad. Era la primera vez que faltaba a su trabajo en cinco años. “Que ironía”, pensó, “no falté nunca para verlo, esta vez tuve que faltar para no verlo”. </span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Poco a poco, se fueron apagando los estertores de la celebrada boda, y todo fue volviendo a la normalidad. Y Marina hizo esfuerzos denodados para volver a la suya. Bueno casi. Marcos, su amor ahora era imposible, inalcanzable, era un hombre casado. Ya no podía ser el protagonista de sus sueños, ni el destinatario de su amor. </span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Ella trataba de sobrevivir como podía día con día, ponía toda su voluntad, toda su fuerza para salir de esa situación tan terrible. Un día escucho la conversación de dos de sus compañeras. </span></div>
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<span style="font-size: large;">“¿Te enteraste?”, le decía una a la otra con cierto grado de malicia en su voz. “A Marcos lo abandonó la mujer…”. </span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">“¿Como? No puede ser”, le respondió, “¿Quién te lo dijo? Si, ¿cuánto hace que se casó? ¿Un año? No sé si llegan al año”. </span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">“Si”, le respondió la portadora de la noticia, “Debe hacer un año más o menos. Parece que ella se fue con un gerente de contaduría, un tipo con cargo. Un escándalo, si no tapan bien el asunto va a tener que renunciar… Ya lo sabe todo el mundo”. </span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Ese comentario reavivó las esperanzas de Marina, sentía nuevamente la sangre corriendo por sus venas, y a su corazón latir con más fuerzas que nunca. Él era nuevamente un hombre libre, debía recuperarlo. “No”, pensó Marina, “recuperarlo no, en realidad él nunca fue mío. Debo conquistarlo”. </span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Esas palabras fueron su decreto, su mandato, su designio terrenal, debía cumplirlo, no había otra posibilidad. Y así comenzó a transitar el camino que la llevaría hasta su meta. El primer paso fue que él se enterase de su existencia, luego ser su amiga. Posteriormente la confesión, su valiente confesión. </span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Y después escuchó la de él, “¿Sabés?, le dijo Marcos, “Vos siempre me gustaste mucho, pero estabas tan ensimismada en tu trabajo, tan en tus cosas, que pensé que ni me registrabas, que ni sabias quien era, no me di cuenta de nada. Por eso no me animé a decir nada, fuí un estúpido”. </span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Al oír esto Marina primero sonrió, y luego rió. “El destino escribió nuestra historia así, ¿qué vamos a hacer Marcos? Lo bueno es que se escribió.” Lo miró tiernamente y muy profundo a los ojos, y se dieron ese primer beso apasionado… el primero de tantos.</span></div>MP1http://www.blogger.com/profile/09513004725247854452noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3906452203361207472.post-88124862316433335812011-12-28T05:16:00.000-08:002011-12-28T05:16:31.765-08:00La persona de mis sueños<div style="text-align: justify;">
<span><span style="font-size: large;">Lo consultó con varias personas no muy allegadas, aunque para evitar burlas y susceptibilidades, recurrió al útil pero trillado: “Esto que voy a contarte le esta pasando a una amiga”. Pero a ninguna persona le había pasado algo ni siquiera parecido a lo que le pasaba a “la amiga” de Cecilia.</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span><span style="font-size: large;">Hacía años que ella soñaba con algo, algo que se repetía con frecuencia. Algo que ella no sabía explicar muy bien que era, pero intentaba con ahínco explicárselo a si misma explicándoselo a los demás. Y, sobre todo, se esmeraba en ser lo más clara posible para tratar de que todos entendieran, y en especial ella, que era la propia interesada.</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span><span style="font-size: large;">El sueño en cuestión era un mini sueño que estaba dentro de su sueño principal. Esta suerte de sueño accesorio al que podríamos denominar como capitulo, apéndice, fragmento o pequeña escena, era como un detalle que no tenía que ver con nada. Aparecía así, de repente, de la nada, transcurría esporádica e instantáneamente, y se iba.</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span><span style="font-size: large;">Dejando secuelas, huellas profundas que hacían mella en Cecilia. Se abría esa puerta donde habitan la curiosidad y la intriga, que trabajaban juntas dando vueltas y vueltas el asunto en su cabeza. Haciendo que ella preguntara a que se debía ese misterioso episodio, por que se generaba. </span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span><span style="font-size: large;">Cecilia ignoraba la razón por la cual siempre aparecía ese intrigante fragmento en su sueño. Y lo peor era que no daba mayores detalles, todo era muy rápido, como si fuera un mensaje dado a grandes rasgos. Ella bailaba con un hombre que le parecía muy atractivo, una melodía irreconocible, en un lugar que le era extraño. </span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span><span style="font-size: large;">Llevaba un vestido celeste fuerte, casi turquesa, color que detestaba. Luego de notar el detalle del color insufrible de su vestido, había una mirada profunda que terminaba en un inevitable beso. Bueno, eso suponía ella, por que cuando ambos estaban lo suficientemente cerca, todo iba a un fade out, negro total, el despertar y la inquietante curiosidad. </span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span><span style="font-size: large;">No recordaba cuando había sido la primera vez, pero hacía varios años, tal vez quizás más o menos diez. En los últimos meses se había producido con más frecuencia de la habitual. En el sueño todo era inmutable, la cara de su compañero de baile, que no se parecía a nadie que ella conocía, siempre fue la misma. </span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span><span style="font-size: large;">Tampoco cambió la duración, ni el orden que siempre era promediando el “sueño principal”. Cecilia siempre esperaba que hubiera una segunda parte de su escueto y misterioso sueño. Esperando con ansias pero en vano tal vez una secuela, o una precuela, pero nada.</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span><span style="font-size: large;">Cecilia desconocía si esa especie de producción independiente dentro de su sueño, era un mensaje, un recuerdo del pasado o una escena del futuro que su mente le mostraba en una dosis homeopática. </span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span><span style="font-size: large;">Ansiosa por saber de que se trataba recurrió al oráculo, al depósito del saber. En un acto de sed informativa lo busco en Internet. Pero la red de redes no contenía nada que se pareciera a lo que ella le pasaba. Su sueño anexado no encuadraba en ninguno de los allí descriptos.</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span><span style="font-size: large;">También lo consultó con su terapeuta, tratando de buscar una explicación científica a ese misterio reiterado. Pero la explicación que su psicólogo le dió no la convenció. El apeló a la vieja batalla que mantiene eternamente el consciente y el inconsciente, a los deseos, las fantasías y el no animarse a hacer lo que se quiere hacer. Un diagnóstico por demás conocido, pero inaceptable.</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span><span style="font-size: large;">La aparición de su suplemento onírico se hacía más y más frecuente con el transcurso de los días. Eso la distraía, la obsesionaba, la aislaba del mundo. Hasta se olvidó de saludar a su mejor amiga en el día de su cumpleaños. Lo recordó cuando su amiga la llamó para invitarla a su fiesta.</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span><span style="font-size: large;">“Perdoname Luz”, le dijo, “pero últimamente no paro, soy un total desastre. Estoy tapada de trabajo, y no sé ni como me llamo”.</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span><span style="font-size: large;">“Bueno, no importa”, le dijo Luz, “El sábado vas a venir a mi fiesta y te vas a relajar, a divertir, a pasarla genial, y a disfrazar. Y vas a venir sin excusas, me lo debés porque te olvidaste de saludarme. ¿No es cierto Ceci? Dame el sí, así corto y te dejo seguir trabajando…”</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span><span style="font-size: large;">“Si”, le dijo Cecilia, sin pensar y mucho menos sin darse cuenta de lo que estaba diciendo.</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span><span style="font-size: large;">“Muy bien, te espero”, le dijo Luz. “Te mando un mail con la dirección y la hora”.</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span><span style="font-size: large;">Cuando cortó, Cecilia se dio cuenta. “No puedo ir a una fiesta de disfraz. ¿De que me puedo disfrazar? Veamos opciones para evitar el ridículo: de recién vacunada, de recién asustada, de mi misma, de mujer a la que no se le ocurrió un disfraz, de desorientada. Mejor busco una excusa, si, eso va a ser lo mejor”.</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span><span style="font-size: large;">El sábado por la mañana Cecilia recibió un mail que no la sorprendió, pero la hizo reír. Era de Luz: “Como te conozco, mucho, tal vez demasiado, se que usaste tu tiempo para inventar una excusa de lo más creativa, en lugar de para buscar un disfraz. Así que alquilé uno que te va a quedar genial. Te espero en casa, así te cambiás y nos vamos juntas. Besos, Luz”</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span><span style="font-size: large;">Cuando Cecilia llegó a casa de la cumpleañera, un amigo de Luz que ella no conocía bajó a abrirle la puerta. Cuando lo vió su corazón dio un vuelco. El la miró fijamente, por unos segundos los dos permanecieron mirándose, sin poder emitir palabra. Hasta que por fin él rompió el silencio.</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span><span style="font-size: large;">“Te parecerá una técnica de conquista obvia y poco imaginativa, pero sos la mujer de mis sueños…”. “No”, le contestó Cecilia sonriendo, “Para nada, también podría calificarte como al hombre de mis sueños”. No necesitaron más explicaciones, ni comentar sobre el particular. Solo se miraron profundamente a los ojos, mostrándose y demostrándose el uno al otro que habían encontrado a su alma gemela. Bailaron toda la noche, ella luciendo un vestido color turquesa que adoró desde el mismo momento en que su amiga se lo mostró. </span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span><span style="font-size: large;">Y a diferencia de lo que pasaba en el “apéndice onírico que ambos tenían”, no hubo interrupciones. Ellos siguieron besándose, amándose y siendo felices por siempre jamás</span></span></div>MP1http://www.blogger.com/profile/09513004725247854452noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3906452203361207472.post-39006135369656138852011-12-23T05:11:00.000-08:002011-12-23T05:11:31.600-08:00Feliz Navidad<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://1.bp.blogspot.com/-NKuV5q8swOM/TvR90JWp4AI/AAAAAAAAAHw/mGk1yuVh7Lk/s1600/clarin.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="640" rea="true" src="http://1.bp.blogspot.com/-NKuV5q8swOM/TvR90JWp4AI/AAAAAAAAAHw/mGk1yuVh7Lk/s640/clarin.jpg" width="422" /></a></div>MP1http://www.blogger.com/profile/09513004725247854452noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3906452203361207472.post-69636524783520752472011-12-19T05:26:00.000-08:002011-12-19T05:26:12.561-08:00Vivir, crecer, aceptarse y amar<div align="justify">
<span><span style="font-size: large;">Todavía no había encontrado a su príncipe azul. A esta altura de su vida, las esperanzas de encontrarlo eran pocas o casi nulas. Ese fin de semana largo estaba sola en la ciudad, no había hecho planes. Eso le dió en que pensar. Y pensó, y meditó, y evaluó su vida, y llegó a una conclusión. </span></span></div>
<div align="justify">
<span><span style="font-size: large;">“Hace varios años que estoy sola, no sé realmente si quiero estarlo.” La pregunta que seguía era ¿por qué estoy sola o por que quiero estarlo? La respuesta… ¿habría una respuesta? ¿Varias? “¿Será mi responsabilidad, o de los demás? ¿Será que no habrá hombres? ¿Perdí el interés? ¿Será que habrá llegado la persona correcta, no me dí cuenta y lo dejé pasar? ¿Habrá sido esa mi unica oportunidad?” Pensó, y pensó. “No lo sé”, se dijo. Miró por la ventana, el día estaba espantoso. Hacía frío, llovía.</span></span></div>
<div align="justify">
<span><span style="font-size: large;">“Me quedo en casa , está decidido, ¿donde podría estar mejor?. Además tengo millones de cosas para hacer. Como decía mi abuela: Siempre hay algo para hacer en la casa. Tengo placares que ordenar, alacenas que limpiar…” Pensó lo que había dicho, se rió y dijo “Así es, conmigo la diversión nunca termina.” </span></span></div>
<div align="justify">
<span><span style="font-size: large;">Sus pensamientos aún no estaban del todo quietos, y esa frase los puso en marcha nuevamente. Eso hizo que afloraran sentimientos que no sabía que tenía. Conscientemente su soledad no le afectaba. Pero al parecer, le afectaba mucho más de lo que ella creía. Surgieron entonces cuentas pendientes, que derivaron en reproches hacia ella misma.</span></span></div>
<div align="justify">
<span><span style="font-size: large;">En lugar de acomodar un placard, se encontró acomodando sentimientos, sensaciones, reflexionando y haciendo un balance sobre su vida, con un resultado antipático, que detestó ni bien surgió a la luz, o por lo menos a su luz, que era la que realmente importaba. Fue algo casual, no planeado, una cosa trajo a la otra, y de repente, un hecho sin importancia, una frase dicha al pasar, de casualidad, desencadenó en ella un planteo existencial.</span></span></div>
<div align="justify">
<span><span style="font-size: large;">Aunque tal vez esa casualidad no fue tan casual. El fin de semana gris y solitario, trajo a la causalidad de su mano. Se presento ante Cristina y le dijo “Vamos a hacer algo de tu vida.”</span></span></div>
<div align="justify">
<span><span style="font-size: large;">Inmediatamente una idea se instaló en su mente. Más que una idea era un recuerdo. El recuerdo de “mejores tiempos” tal como ella los calificaba. Y esos recuerdos además de lágrimas de añoranza, amargura y autocompasión, lo trajeron a él.</span></span></div>
<div align="justify">
<span><span style="font-size: large;">Ese recuerdo, su recuerdo, vino y se instaló como un deseado huésped. “Fernando”, dijo Cristina en voz alta, cambiando sus lágrimas por una enorme sonrisa. “¿Qué habrá sido de su vida? Éramos tan jóvenes, tan felices, nos queríamos tanto. Nuestra inmadurez puso fin a esa bella relación. Nos peleábamos por tonterías, por cosas tan pequeñas e insignificantes.” </span></span></div>
<div align="justify">
<span><span style="font-size: large;">“Nos reiríamos tanto ahora de cómo éramos entonces. ¡Qué diferente serían las cosas ahora, que distinto actuaría! La experiencia es invalorable, pero a veces llega cuando es demasiado tarde. Llega cuando ya se actuó y las consecuencias están entre nosotros. Llega cuando ya no se puede volver atrás y remediar lo hecho.”</span></span></div>
<div align="justify">
<span><span style="font-size: large;">El recuerdo de Fernando y los momentos vividos la siguió y persiguió todo el día, y toda la noche. Hasta soñó con él, tal vez era un mensaje, tal vez la vida le estaba enviando una señal que debía buscarlo, tal vez… “Me parece que estoy pasando mucho tiempo sola”, se dijo.</span></span></div>
<div align="justify">
<span><span style="font-size: large;">Esa mañana, se levantó temprano, no había dormido del todo bien, pero estaba de muy buen humor. Su inconsciente le había planeado una sorpresa, que la dejaría perpleja. Preparó su desayuno, se sentó delante de su computadora, entró en su red social. Y cuando quiso darse cuenta estaba escribiendo el nombre de él en “Buscar Amigos”.</span></span></div>
<div align="justify">
<span><span style="font-size: large;">“Pero, ¿qué estoy haciendo?” se dijo. “Este sería el acto de una persona desesperada, yo no lo estoy. No soy así, tengo una vida, amigos, familia, un trabajo que adoro. ¿Por qué haría eso? Buscar a un novio que tuve en mi juventud, que en su momento creí el hombre de mi vida, mi príncipe azul.”</span></span></div>
<div align="justify">
<span><span style="font-size: large;">“Buscar a ese hombre con el que fuí tan feliz, ese hombre que me entendía, que me contuvo como nunca nadie lo hizo. ¿Por qué iba a hacerlo? No me considero un caso perdido. ¿Por qué iba a buscarlo? No sé si esta casado y con 10 hijos, no sé si está en el país, o en el continente o siquiera en este mundo.”</span></span></div>
<div align="justify">
<span><span style="font-size: large;">Aun planteando todos esos tontos argumentos contra su accionar, Cristina siguió con la búsqueda. Nada la detuvo, ni sus reflexiones desalentadoras, ni su inconsciente contestándole, y rebatiéndole uno a uno todos esos sólidos puntos que planteaba su parte consciente y racional. </span></span></div>
<div align="justify">
<span><span style="font-size: large;">“Está bien se dijo, debo admitirlo, estoy sola, no me puedo engañar a mi misma. Y ¿acaso me gusta estar sola? No, no me gusta, lo detesto. Me cansé de fingir que no me importa, que prefiero estar sola que mal acompañada, eso me agotó.” </span></span></div>
<div align="justify">
<span><span style="font-size: large;">“Tengo que hacer algo, creo que nunca pude sacarme a Fernando de la cabeza ni del corazón. Tengo que tener el valor de hacer este último intento, nada puede ser peor de lo que es ahora. Tengo que contactarlo, tengo que saber que fue de su vida, tengo que saber si el siente lo mismo por mi.” </span></span></div>
<div align="justify">
<span><span style="font-size: large;">"El buscador de amigos le trajo la foto actual de Fernando. “Está igual” dijo. Su estómago se llenó de miles de mariposas que revoloteaban en circulo, su corazón se aceleró. Sus sentimientos para con él habían estado dormidos por años, pero intactos. “¿Pero que pasará con él? No me importa, el mundo es de los que se arriesgan”</span></span></div>
<div align="justify">
<span><span style="font-size: large;">Mientras miraba titilar ese cursor que la invitaba, y la provocaba a escribir tipeó: “Hola Fernando, soy Cristina, ¿te acordás de mí?” </span></span></div>
<div align="justify">
<span><span style="font-size: large;">“Ahora a esperar”, se dijo. Esperó y esperó. Una hora, dos, tres, cinco. La mañana siguiente le trajo una respuesta. Abrió su red social, su máquina estaba más lenta que nunca. Estaba ansiosa, quería saber que le había respondido Fernando.</span></span></div>
<div align="justify">
<span><span style="font-size: large;">“Hola Cristina, ¿Cómo estás? No sabés lo que me acordé de vos todos estos años. Nunca te olvidé, fué tan lindo lo nuestro. Siempre quise contactarte, pero no sé… Que suerte que vos te animaste, siempre fuiste muy valiente. Te paso mi número de teléfono así arreglamos para vernos hoy, ¿te parece?”</span></span></div>
<div align="justify">
<span><span style="font-size: large;">Cristina se arriesgó y no terminó sola ese fin de semana largo, ni el siguiente, ni el siguiente. La relación prosperó y continuó. Ese sí era su momento, ambos habían vivido, crecido y madurado. Ahora sí era su tiempo, el tiempo de estar juntos, el tiempo de amar, el tiempo de amarse el uno al otro.</span></span></div>MP1http://www.blogger.com/profile/09513004725247854452noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3906452203361207472.post-42621780492369885982011-12-15T05:28:00.000-08:002011-12-15T05:28:22.974-08:00Ese amor poco común<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Irina y Manuel, eran una de esas parejas sólidas, inseparables. Se conocían desde su infancia, desde que tenían memoria. Vivían casa de por medio, fueron al mismo colegio, compartían amigos, juegos, paseos en bicicleta y meriendas. Los chicos crecieron, y la amistad develó que era contenedora de un sentimiento más grande y profundo, el amor, su amor. El amor de uno para con el otro.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Tuvieron un feliz noviazgo, y una boda soñada. Siempre decían que cuando hay amor se tiene todo en la vida. Juntos pasaron alegrías, tristezas, buenos y malos tiempos. Sus amigos los definían como Hipocampos terrestres. No podían vivir el uno sin el otro, siempre estaban juntos, buscándose, extrañándose. Nunca estuvieron separados, ni un solo día de su vida, hasta el sábado.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Irina tuvo un accidente doméstico estúpido, como todos los accidentes domésticos. Estaba limpiando algo en el techo, se estiró de más con un pie en el aire, como no alcanzaba intentó un poquito más, y otro, y… hasta que terminó dando con su cabeza en el piso.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Cuando Manuel escuchó el ruido de su cabeza dando con el duro piso, se desesperó, corrió hacia ella asustado, y haciendo propicia la oportunidad para retarla. No se lo iba a perder, las ocasiones de hacerlo no eran tantas. “Yo sabía que esto iba a terminar así, te lo dije un millón de veces, decime cuando quieras limpiar y lo hago yo”. Ella estaba aturdida, desorientada, no le contestaba. Un chichón enorme ahora ocupaba el lugar en el que antes estaba su frente.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">“Eso no se ve nada bien, vamos a la guardia para que te vean. Los golpes en la cabeza no son buenos, ni siquiera en una cabeza dura como la tuya”. Normalmente con esta reflexión, Irina se hubiera reido, y le hubiera contestado algo acorde. Pero esta vez nada, no articuló palabra. Solo lo miraba, como tratando de enfocar la vista, o de reconocerlo.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Manuel no sabia muy bien que era lo que le estaba pasando, pero no quiso seguir perdiendo tiempo en indagar que era lo que ella sentía. “Mejor que la vea un médico”, pensó.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">La médica que la recibió la revisó, y le hizo una simple pregunta de rutina “¿Qué te pasó?”. Irina le respondió “No sé, me debo haber caído. Pregúntele a ese señor que fue el que me trajo.” Cuando Manuel escuchó lo que su mujer decía, sintió que la Tierra se abría bajo sus pies. “Irina, soy Manuel”, le dijo, “¿No me conocés?”</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Irina lo miraba como si no lo conociera, no entendía por que tenía que conocerlo. Esta bien, el había sido tan amable de haberla llevado para que la atendieran, pero ¿por qué tenía tanta familiaridad con ella?. Esto comenzó a inquietarla, a angustiarla. Una enfermera tomó a Manuel del brazo, y muy amablemente le dijo: “Quédese tranquilo, ella esta muy bien atendida. Vaya a la sala de espera, mientras la doctora le hace unos estudios.”</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">El obedeció, la esperó allí muy quieto, casi conteniendo el aliento y el llanto, con el alma en un puño. Estaba aterrado y lo peor era que ella no estaba para tranquilizarlo. Algún tiempo después, salió la medica que la estaba atendiendo, se sentó a su lado y comenzó a explicarle cual era el estado de Irina. No tenía idea de cuanto tiempo había pasado.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">“Ella está bien”, le dijo, “hicimos varios estudios. Presenta un cuadro de amnesia por el trauma, así que debe quedar en observación al menos por hoy.” “Amnesia”, le dijo Manuel. </span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">“Si, tal vez sea temporal.”</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">“¿Pero qué, puede quedar así para siempre?”, dijo Manuel.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">“Aún no lo sabemos, en estos casos nada es definitivo. Quizás sólo sea temporal, puede durar un día un mes…”</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">“¿Pero cómo…? Usted no me puede decir eso, tiene que decirme algo en concreto, la respuesta no puede ser tan vaga. Es mi mujer y no me conoce. ¿Usted entiende lo que es eso? Nos conocemos desde que nacimos y no me conoce.”</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">“Vamos a hacer una cosa", le dijo, “Usted vaya a su casa, descanse, trate de calmarse. Mañana la va a ver el neurólogo, y tal vez él le de un diagnóstico más preciso. El cerebro humano es un misterio, no sabemos a ciencia cierta como puede reaccionar, es todo cuestión de tiempo. Lo importante es que ella esté tranquila, su presencia la inquietaría y no queremos eso. ¿Verdad?”</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Durante el tiempo en que ella estuvo internada, Manuel fué todos los días a verla a la clínica, hablaba con médicos, enfermeras, terapeutas, mucamas, ascensorista. Hablaba con todos menos con ella. Era un rito doloroso, pero debía hacerlo. </span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Irina no recuperó la memoria, ni ese día, ni el siguiente, ni al mes, ni siquiera al año. Ella se fué a vivir a la casa de la enfermera que la cuidaba. Manuel estaba devastado, no soportaba la idea de vivir sin ella, le dolía físicamente no tenerla, no poder hablar con ella, no despertar a su lado cada mañana. </span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Pero él era un hombre fuerte, de convicciones firmes, de creencias férreas, de fe. Sobre todo de fe, y de fe en el amor, en su amor. Ese amor que había sentido el uno por el otro, ese amor que los había unido y acompañado durante toda su vida, en las buenas y en las malas. En la salud y en la enfermedad.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Basado en la fe, propulsado e impulsado por esa fe, Manuel trazó un plan. “Si pude una vez, puedo hacerlo dos”, se dijo. Volvería a conquistar a Irina, la recuperaría, se la quitaría a la amnesia como la amnesia se la arrebató a él. Lucharía con ella y la vencería, estaba seguro, confiado, como nunca en su vida lo había estado.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Con la escusa de que él fue quien la acompañó a la clínica, comenzó a visitar a Irina. Fue a verla un martes por la tarde con un ramo de rosas color rosa, sus preferidas. A ella le asombró que le llevara esas flores y de ese color. “¿Cómo sabias que eran mis preferidas?”, le dijo.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">“Lo adiviné”, le contesto Manuel, con una sonrisa con la que trataba de contener sus lágrimas. </span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Luego vino una sólida amistad que develo que era contenedora de un sentimiento más grande y profundo, el amor, su amor. El amor de uno para con el otro. Ese amor que ella había olvidado que tenía dentro de sí, en lo más profundo. Ese amor que afloró cuando él reapareció en su vida, Ese amor que hizo que ella volviera a elegirlo. Ese amor que era su amor por él, ese amor que vence obstáculos y trasciende todo.</span></div>MP1http://www.blogger.com/profile/09513004725247854452noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3906452203361207472.post-90264119500986933102011-12-13T06:02:00.000-08:002011-12-13T06:02:31.695-08:00Lo que quedó pendiente...<div style="text-align: justify;">
<span><span style="font-size: large;">Dicen que aquellas personas que tienen una muerte súbita en algunos casos no se dan cuenta de que están muertas. Dicen que esas almas que no encuentran inmediatamente el camino hacia su destino final vagan por este mundo. Tratando de encontrar su destino o de resolver alguna cuestión que les quedó pendiente. Dicen que esas almas a veces logran traspasar ese fino límite que los separa de la vida, y se presentan en nuestras vidas.</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span><span style="font-size: large;">Hacia más de un año que Ricardo no veía, ni sabia nada de la vida de Carla. No había habido una finalización de la relación. Ninguno de los dos tomó la iniciativa para poner un punto final a su historia. Los dos, tácitamente de común acuerdo, solo se atrevieron a ponerle puntos suspensivos.</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span><span style="font-size: large;">Esta relación suspendida y en suspenso alteraba a Ricardo. No toleraba esta indefinición. Tenía claro que no quería ser quien indujera a poner el emotivo, irreversible y antipático, cartelito de “el Final”. Pero tampoco podía seguir así, sin saber cual era su estado, sin saber cual era el estado de Carla. Si ella estaba sola, o acompañada, o si él iba a poder estar solo o acompañado.</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span><span style="font-size: large;">Ese día estaba decidido, no podía seguir así, estancado en algo que no sabía si aún existía. Tomó el teléfono y marcó el numero del trabajo de Carla, escuchó su voz, y cortó. “Esta tarde te voy a buscar”, dijo, mientras colgaba el auricular.</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span><span style="font-size: large;">Y así lo hizo. Estaba muy nervioso. No quería terminar con ella, pero no sabía si ella ya había terminado con él. Mil cosas se le cruzaban por la cabeza, argumentos positivos, que confrontaban con los negativos, que los hacían pedazos. Tal vez ya esté viviendo con alguien, o casada. Por algo no me llamó en todo este tiempo. Me parece que no debería ir, tendría que haberla llamado por teléfono primero.</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span><span style="font-size: large;">Aunque siempre, a ultimo minuto, cuando pensaba en volver sobre sus pasos, aparecía. Esa constante que hacia que todavía tuviera una pequeña esperanza, que rearmaba la cuestión y le daba impulso, que le insuflaba ese valor para seguir adelante. Esa incertidumbre, esa duda, ese “no saber” que te dá ánimo. </span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span><span style="font-size: large;">“Como sea, ya estoy aquí, en viaje, no puedo volverme atrás. Tampoco lo quiero, ¿por que lo querría? Será lo que tenga que ser, lo importante es que será algo. Para bien o para mal. Estaremos juntos como pareja el resto de nuestras vidas. O seremos amigos el resto de nuestras vidas. Si está con alguien, voy a respetarlo.” </span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span><span style="font-size: large;">“Carla es una persona increíble, valiosa, agradable, con un sentido del humor a prueba de todo. Entonces, ¿cómo pude ser tan estúpido para dejarla ir? ¿Y ella por qué me dejó ir? Quizás porque ya no me quería, quizás por eso dejó que me alejara, quizás…”</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span><span style="font-size: large;">“No hay respuestas ciertas”, pensó, “hasta que no hable con ella todas son conjeturas. Que tráfico. Cuanto tarda este tipo, es medio tronco para manejar. En fin, paciencia, voy a relajarme para que Carla me vea bien, distendido.”</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span><span style="font-size: large;">El viaje fue eterno, o al menos eso le pareció. Los pensamientos se sucedían con una velocidad impensada. Y el iba perdido en sus pensamientos, en sus teorías sin base, en sus preguntas sin respuestas. Iba distraído, pensaba en ella, en como y porque había sucedido lo que había sucedido. En como revertir o subsanar, o hacer lo que fuera necesario, para que ella volviera a ser parte de su vida. </span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span><span style="font-size: large;">Ricardo nunca llegó a ver a Carla, eso le quedó pendiente. Entre ellos se interpuso un colectivo que, por la mala maniobra de una moto, chocó contra el taxi en el que viajaba. Murió instantáneamente.</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span><span style="font-size: large;">Dos años después, Ricardo logó traspasar ese límite entre la vida y la muerte. Y volvió para definir eso que le había quedado. Esa tarde, él fue a buscar a Carla a la salida de su trabajo. La vio como nunca, la notó distinta pero bellísima. Ella estaba sorprendida de verlo, pero no desagradada por la visita, se querían mucho.</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span><span style="font-size: large;">Esa noche fue una celebración, una celebración propuesta por ella y secundada por él. Ella pidió que la sorprendiera y Ricardo no dejó de sorprenderla. Recorrieron esos sitios a los que iban cuando eran felices, esos sitios que les eran propios. En un momento, él sintió que debía ser valiente, que debía preguntar que había sido de su vida en estos tres años. Ella le dijo que había trabajado mucho, que siempre se había preguntado que había pasado con ellos. </span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span><span style="font-size: large;">Muchas veces, le dijo Carla, intenté hablar con vos, llamarte para saber que nos estaba pasando, que nos pasaba, por que esa silenciosa pausa. Pero no me animé, no podía. Me daba miedo de terminar lo que teníamos, o en realidad, lo que no teníamos. Aunque también me daba miedo de seguir, y que tomáramos por costumbre esas pausas antinaturales. </span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span><span style="font-size: large;">Y entonces, como al descuido, como quien no quiere la cosa, Carla deslizó que estaba viendo a otra persona, que se estaban conociendo. Era algo muy reciente, él le hacia mucho bien. Entonces ella lo miró muy fijamente a los ojos, y le dijo: “Si vos querés volver podemos hacer el intento…”</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span><span style="font-size: large;">Cuanto le hubiera gustado escuchar esa frase antes de hoy, antes de que pasara todo lo que pasó. Pero no, la escuchó justo en ese momento, justo cuando era tarde, muy tarde. Por alguna razón que ignoramos los mortales, en ese momento Ricardo entendió todo. Supo lo que le había pasado, supo que esa era su última noche en la Tierra, supo que debía liberar a Carla de la relación. Él ya no podía ofrecerle nada. </span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span><span style="font-size: large;">Y también supo como decírselo a ella: “Seamos amigos”, le dijo, “después de todo este tiempo no puedo más que pedirte eso. El amor no tiene garantía, ni seguro. Pero un amigo es para siempre ¿no? No me gustaría volver a perderte, y retomar la relación en este momento, seguro implicaría eso. Sos una persona muy importante para mí.” </span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span><span style="font-size: large;">Hablaron, hablaron, perdieron la noción del tiempo, que recuperaron cuando los rayos del sol se colaron por la ventana del living. Ricardo miró la hora, y supo que debía irse. Ella lo acompañó y lo despidió con un amoroso beso en la mejilla.</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span><span style="font-size: large;">Al otro día Carla llamó a su amigo y se enteró de lo que le había pasado, y de lo que había pasado. El volvió en cuerpo y alma por ella, para sacar esos odiosos puntos suspensivos y ponerle un dulce final a esa relación.</span></span></div>MP1http://www.blogger.com/profile/09513004725247854452noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3906452203361207472.post-82053574117243108422011-12-07T05:17:00.001-08:002011-12-07T05:18:39.606-08:00En cuerpo y alma<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Hacía mucho tiempo que habían dejado de verse, algo más de tres años. La relación no había funcionado. Ninguno de los dos sabía muy bien por que. Son esas cosas que pasan, en las que no hay una razón específica, sino pequeñas razones que forman un todo.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Un cúmulo de pequeñas cosas, falta de entendimiento, de comunicación, de química, ausencia de chispa. Todas ellas, constituyen un nutrido universo, que hace difícil la vida en común. Desgastando la relación, haciendo que se torne de algo maravilloso en algo insufrible, irritante.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Un día Ricardo sintió la necesidad de ir a buscar a Carla a su trabajo. Ella se sorprendió cuando lo vio esperándola a la salida. Por un segundo sintió nuevamente esa emoción que hacía que le revolotearan mariposas en el estómago. Al segundo siguiente la emoción fue desplazada por los cuestionamientos, las elucubraciones, y las preguntas sin sentido.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Carla se preguntaba “¿Qué estará haciendo él acá? ¿Qué será lo que quiere? ¿Vendrá a pedirme o a contarme algo? ¿Qué le digo si viene a contarme que se casa? ¿Felicidades? No sé si voy a poder mentirle, se me va a notar. Aunque tal vez venga a invitarme para ir a algún lado. O simplemente tenga ganas de verme, pero ¿por qué ahora? ¿Por qué justamente hoy?”.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Su cabeza era un mundo, en esas dos veredas que caminó hasta saludarlo se le cruzaron miles de pensamientos, que recorrían su cerebro a la velocidad de la luz. “Está bien”, se dijo Carla, “no voy a seguir pensando, por que se va a dar cuenta que estoy pensando en por que vino, y va a pensar que me importa mucho. Y no puedo darle esa impresión por que no sé a que vino…”</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Inmediatamente después del fraternal beso en la mejilla, vinieron los saludos protocolares. Comenzó Ricardo con un: “Hola, ¿cómo estás?” </span></div>
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<span style="font-size: large;">“Muy bien”, le contestó Carla, “¿y vos?”. “Muy bien también”, le contesto él.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Carla no pudo más con su genio, y le dijo: “Que raro verte por acá, ¿estabas por la zona?”. Él, que conocía su espíritu indagatorio, le contesto: “No”. Pero ella no le dijo nada más, sólo sonrió. Lo que obligó a Ricardo a preguntarle: “¿No querés saber por que vine?”</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Ella se moría de ganas de saberlo, pero lo conocía demasiado como para entrar en su juego. Quería demostrarle que era una mujer diferente, que había madurado, que era refractaria a ciertas cosas. No tenía ganas de entrar en su concurso de preguntas y respuestas. Sólo quería una respuesta, la respuesta. Si él se la daba, bien, y sino se quedaría con la duda. O su imaginación la daría una respuesta que fuera plausible.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">“Está bien”, le dijo él como si hablara con su sobrina de seis años, “Si no te interesa, entonces no te lo digo”. Ella lo miró fijamente y no contestó, se quedó muda, con una sonrisa irónica que le sellaba los labios. “La verdad”, le dijo Ricardo, “vine por que tenía ganas de verte. Estás hermosa, distinta, pero muy bella”.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">“Vos también estás muy guapo, me alegré mucho cuando te ví. Me hizo muy bien que vinieras, tuviste una gran idea. ¿Lo celebramos?” “Por supuesto” dijo Ricardo, “Esto merece una celebración. Este día tiene que constituir para nosotros un hito, un hecho inolvidable”.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Carla pensó: “Si aceptó ir a celebrar es por que no está con nadie, es una buena señal. Tal vez podamos recomponer nuestra relación, nunca pude superar nuestra ruptura, y parece que él tampoco. O, al menos, no formó otra pareja, a menos que la tenga y me lo quiera comunicar celebrando… Tal vez me quiera pedir permiso para terminar definitivamente lo nuestro”.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Siempre sus pensamientos la torturaban, se adelantaban a ella, y la hacían sufrir. La llevaban por lugares en los que Carla no quería estar, ni recorrer, ni siquiera saber de ellos. Pero esta vez iba a ser diferente, esta vez ellos no iban a tomar el control. Esta vez no iban a volver a arruinar su relación con Ricardo. Así que mientras iban camino a su celebración, ella se dijo: “Todos ustedes fuera, déjenme en paz, estoy siendo feliz”. </span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">“¿Donde tenés ganas de ir?”, le dijo Ricardo. Carla le contestó: “Ya que me sorprendiste viniéndome a buscar, quiero que esta sea una noche de sorpresas. Sorpréndeme nuevamente”. Y sí que la sorprendió, fueron a ese lugar chiquito donde iban siempre, ese que era “su lugar”. Eso la emocionó y si todavía le quedaba alguna duda, las despejó.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Después fueron a la casa de ella, hablaron, y hablaron, se contaron que había sido de sus vidas el tiempo que habían estado separados. Todo era como al principio, se habían olvidado los malos momentos, el desgaste, los desencuentros. El tiempo había suavizado y mejorado todo lo que sentía el uno por el otro.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">No se dieron cuenta que el tiempo había transcurrido hasta que un rayo de sol que se colaba por la ventana del living iluminó sus caras. Ricardo miró el reloj, y dijo: “¡Mirá que hora es! Tengo que irme, pero nos hablamos ¿dale?”. Carla bajó a abrirle y se despidieron con un largo beso.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Al día siguiente Carla lo llamó varias veces al móvil, a ese número que había marcado tantas y tantas veces, y guardaba celosamente en su memoria. “Pero este hombre cambió el número de celular y no me lo dijo, o ¿lo habrá hecho a propósito? Ya están ustedes ahí de nuevo, ¿Quién los llamó?”, les dijo a sus pensamientos.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">“Lo voy a llamar a su casa”, se dijo. Marcó el número y se sorprendió con un “Hola” que provenía de una mujer. Quedó desconcertada y cortó inmediatamente. “Habré marcado mal”, pensó, entonces volvió a marcar. Y de nuevo, atendió la misma mujer, así que tomó valor y le dijo: “Hola, soy Carla. ¿Está Ricardo”.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">“¿Ricardo?” le dijo la mujer. Carla pensando que la mujer era una empleada le respondió: “Ricardo, el dueño del departamento”. “Ah, si, el dueño. No, mire señorita, yo le alquilo a la mamá de Ricardo. Él murió hace como dos años, le doy el número de la mamá así ella le cuenta mejor, ¿tiene para anotar?…</span></div>MP1http://www.blogger.com/profile/09513004725247854452noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3906452203361207472.post-29965344077825614632011-12-05T05:25:00.001-08:002011-12-05T05:43:33.546-08:00La rutina aniquiló a la rutina<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> <span mce_style="font-size: medium">Hacía tiempo pensaba, meditaba y reflexionaba sobre su vida. Esa vida monótona, rutinaria, aburrida y hastiante. Todos los días hacía lo mismo, no distinguía el lunes del viernes. Sus días parecían malas fotocopias de un original no muy original. </span></span></div>
<div align="justify">
<span mce_style="font-size: medium"><span style="font-size: large;">Todos los días se levantaba, se duchaba mientras se hacía el café, tomaba el desayuno leyendo el diario. Salía de su casa todos los días a la misma hora. Caminaba 4 cuadras, siempre tomaba por las mismas calles porque tenía el tiempo calculado, casi un minuto por cuadra. Tomaba el subte todos los días a la misma hora, salvo que éste se retrasara. Siempre subía al mismo vagón. Siempre viajaba con la misma gente, </span></span></div>
<div align="justify">
<span mce_style="font-size: medium"><span style="font-size: large;">Esa mañana sonó el despertador como todos los días, a la misma hora de siempre. Entonces Julio se dijo: “Voy a romper la rutina, hoy van a ser cinco minutos más”, y así lo hizo. Puso la cafetera, y fué a tomar una ducha. Cuando salió de la ducha, miró la hora y, sin recordar lo que se había prometido, se dijo: ”Tardísimo, no llego” y se fué sin desayunar.</span></span></div>
<div align="justify">
<span mce_style="font-size: medium"><span style="font-size: large;">Salió de su casa, muy apurado. Una vez en el subte, se puso a pensar en su actitud. Estaba enojado, molesto consigo mismo, y pensó: “Quebranté mi propia promesa, soy un animal de costumbre, pareciera que no tengo voluntad propia”. No entendía su actitud, ¿Por qué quería mantener una situación que lo hacia infeliz, que lo abrumaba?</span></span></div>
<div align="justify">
<span mce_style="font-size: medium"><span style="font-size: large;">Julio era una persona muy metódica y sobre todo analítica. De camino al trabajo repasó varias veces, no sólo su actitud de esa mañana, sino todo lo que hizo hasta salir de su casa. De pronto, lo recordó. “No desayuné” , se dijo. “Eso es, no desayuné, que bueno. Ahora voy a tener que desayunar en el trabajo”.</span></span></div>
<div align="justify">
<span mce_style="font-size: medium"><span style="font-size: large;">“Es algo que debo hacer y nunca hago, jamás desayuno fuera de mi casa. Y lo mejor fué que lo hice espontáneamente, no lo hice por que lo olvidé, porque algo me distrajo y lo olvidé. No seguí alimentando a la rutina, no seguí mi rutina, de manera que puedo cambiarla, olvidarla, dejarla de lado. Mi vida va a ser diferente, todo va a cambiar”. </span></span></div>
<div align="justify">
<span mce_style="font-size: medium"><span style="font-size: large;">“Ahora voy a ser distinto, una persona más relajada, una persona más libre, una persona que no está atada a hacer ciertas cosas que tiene que hacer, sino que de ahora en más voy a hacer lo que quiera hacer. Voy a ser tal vez una persona más feliz. Sí, seguramente”. </span></span></div>
<div align="justify">
<span mce_style="font-size: medium"><span style="font-size: large;">“Es más, ya me siento más feliz, tan feliz como no me había sentido en meses, o en años o hasta… si, casi hasta en toda mi vida. Romper la rutina fue lo mejor que me pasó nunca, de ahora en más voy a hacerlo siempre. Un día no va a ser igual al otro, todos van a tener ese componente que los distinga, eso que los diferencie, que los haga especiales, que los haga valer”. </span></span></div>
<div align="justify">
<span mce_style="font-size: medium"><span style="font-size: large;">“Voy a recordar cada día por lo que pasó, voy a poder distinguir cada día de la semana, y hasta cada día del mes, y hasta cada dia del año. Este es mi propósito de ahora en adelante, para toda mi vida”. Por ese sólo pequeño hecho que fue no desayunar se sentía tan contento, tan pleno, tan firme cumpliendo su propósito, tan optimista, que comenzó a sonreír una vez terminada su reflexión.</span></span></div>
<div align="justify">
<span mce_style="font-size: medium"><span style="font-size: large;">Llegó a su trabajo con una sonrisa, cosa que a todos les pareció de lo más extraño. Aunque nadie le preguntó nada. “Que raro”, pensó él, “nadie notó mi buen humor, mi sonrisa, mi felicidad. Claro, pobre gente, está tan sumida en su rutita que no ven más allá, no tienen una visión del mundo en su totalidad, solo ven la pared que tienen delante. Sólo ven la monotonía, la costumbre, la reiteración infinita que los rodea”.</span></span></div>
<div align="justify">
<span mce_style="font-size: medium"><span style="font-size: large;">Julio se sentía en la cima del mundo, sentía que había ganado la batalla de su vida, sentía que los demás no estaban a su altura, sentía la necesidad de impulsarlos a buscar a otros rumbos, de contarles como había cambiado su vida, de mostrarles cual era el camino, o al menos el camino que el había seguido y que lo hacia tan dichoso. Se sentía estimulado para obtener grandes y pequeños logros.</span></span></div>
<div align="justify">
<span mce_style="font-size: medium"><span style="font-size: large;">Se sentó en su escritorio, prendió su PC, tomó su taza y se dirigió hacia la cafetera. Saludaba a todos con una sonrisa, como nunca lo había hecho, y luego del saludo agregaba con un gesto casi infantil: ”Hoy no desayuné”. </span></span></div>
<div align="justify">
<span mce_style="font-size: medium"><span style="font-size: large;">Julio tenía perfecta conciencia que ese había sido un paso inexistente para la humanidad, pero que había sido un gran paso para él. Tal vez el mayor paso que dió en su vida, el primero de otros tantos que lo alejarían cada vez más de esa odiada rutina.</span></span></div>MP1http://www.blogger.com/profile/09513004725247854452noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3906452203361207472.post-37788004722850070972011-11-29T05:15:00.001-08:002011-11-29T05:16:07.142-08:00Una lección para Paula<div align="justify">
<span style="font-size: large;">La desesperación nos lleva por caminos insondables, extraños, que a veces limitan, se confunden y se funden con el ridículo. Ella estaba desesperada, un recuerdo infantil le cruzó por la cabeza. Era la receta infalible que le daba su madre para alejar las pesadillas de su mente, ella le decía: “Paula cuando tengas un mal sueño, cerrá los ojos muy fuerte y contá hasta tres. Cuando los abras todo habrá desaparecido.”</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Era algo simple, pero efectivo. Esa receta aniquilaba sus temores infantiles. Hacía desaparecer los monstruos que había debajo de su cama y en su placard. Sacaba de su derredor a las brujas malignas que querían robarle sus sueños, y traía a las hadas buenas que la protegían. </span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Esa fórmula mágica la había acompañado también en su vida adulta, en momentos ingratos y angustiantes. En esos momentos en los que sentía que no podía más. Siempre traía consigo a ese pensamiento salvador, ese pensamiento que te rescata en el último segundo, en ese segundo en el que estas pensando darte por vencida. Era una receta salvadora, había estado en su familia por generaciones, ¿cómo podía fallar?</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Esto era lo peor que le había pasado en su vida. Llovía a cantaros, los relámpagos desgarraban el negro cielo cada vez con más violencia e intensidad. El ruido era ensordecedor, eso la confundía, no la dejaba pensar con claridad. Estaba agitada, su respiración y sus latidos se aceleraban, la ahogaban a conciencia.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Estaba fuera de sí, en un estado extraño. Trató de tomar nuevamente el control de esa Paula que desconocía, respiró profundo, un relámpago la cegó, y sintió un terror como nunca había sentido, Se sorprendió con un grito que le heló la sangre, un grito desgarrador, un grito ancestral primitivo, un grito que provenía de ella misma, desde sus propias entrañas, un grito que la dejó agotada, sin aire. Pero que a la vez le dio cierta tranquilidad.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Volvió a entrar al auto. Le costó cerrar la puerta, sus manos estaban torpes, su cuerpo temblaba sin control, estaba empapada y aterrada. Respiró muy profundo, y se dijo: “Tenés que calmarte”. Cerró los ojos muy fuerte, tan fuerte como nunca lo había hecho, ni siquiera cuando la asaltaban esas pesadillas nocturnas en la que monstruos y brujas la acechaban. </span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Uno, dos, tres dijo: “Cuando abra los ojos todo esto habrá desaparecido”. Naturalmente temía abrir los ojos, y temía que nada hubiera desaparecido, temía volver a ver lo que vió, temía que él estuviera allí, sin vida. Con el último resto de valentía que le quedaba, abrió los ojos, salió del auto… y todo estaba igual.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">El desastre no había desaparecido ni siquiera, con la receta infalible, esa receta que había hecho desaparecer los temores de su familia por generaciones. ¿Qué iba a hacer entonces? ¿Quién iba a creerle?¿Qué iba a decir? Naturalmente diría la verdad, no era fácil de creer, es más, ella misma no la creía. Era una locura, inverosímil. </span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">“Ese hombre salió así de la nada, en medio de la nada, y en medio de una lluvia torrencial. ¿Dónde iría él, con este clima? Yo iba despacio, con las luces encendidas, y él no me vió”. No recordaba el momento en que se había producido el accidente. Solo acudían a su cabeza una sucesión de escenas confusas. Intentó una vez más repasar los hechos, pero nada, todo se tornaba confuso, la cabeza le explotaba. No sabía que hacer, ni que decir, el hombre estaba muerto, había arruinado la vida de ese pobre ser.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Entonces por primera vez en su existencia fue egoísta, la asaltó esa pregunta demoledora “¿Y qué va a pasar con tu vida, Paula?”. Eso la paralizó, pensó unos segundos, puso maquinalmente en marcha su auto y se fué. Sabía que no debía hacerlo, que estaba cometiendo un tremendo error, pero operó su instinto de conservación. Ese instinto primitivo que tenemos los humanos que nos hace hacer cosas estúpidas que después pagamos caro, muy caro.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Paula vivía en las afueras de la ciudad, hacía ese trayecto todos los días. Ese día estaba como desconectada, o al menos conectada en otra frecuencia, en otros temas que ocupaban su cabeza y la preocupaban más que el camino. Las cosas en su trabajo iban bien, cada vez mejor, aunque no pasaba lo mismo con su pareja. </span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">La semana anterior él se había ido de viaje, pero antes de irse habían tenido una discusión de esas que hacen historia, o al menos las terminan. Hacía muchos días que no sabía nada de él, estaba preocupada, pero no quería llamarlo. Si tomaba una decisión, quería que fuera su decisión y no una decisión influenciada por una cortesía de último minuto. </span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Todo eso daba vueltas en su cabeza antes de producirse el accidente. Cuando llegó a su casa, la lluvia había mermado, a diferencia de su desesperación y angustia. Entró su auto al garaje, lo revisó minuciosamente, no había ningún indicio del accidente. Ni marcas, ni golpes, ni sangre, ni un bollo. Nada, el auto estaba perfecto. “Pero lo atropellé y él esta muerto”, se dijo.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Fue al baño, tomó una ducha, y siguió pensando en esa sóla y única idea que ocupaba su cabeza y su corazón. ¿Qué hacer y cómo? No podía llamar ni contarle a nadie, comprometería a la persona que intentara ayudarla, no podía involucrar a nadie. Lo que había pasado era su culpa, debía resolverlo en soledad. Se sentía como un animal enjaulado, iba de una habitación a la otra, presa de su culpa. Nada la aliviaba, muy por el contrario, todo indicaba que debía pagar lo que había hecho.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Pasó toda la noche en vela, armando un rompecabezas sin solución, no había más vueltas que darle. No había más historias que inventar, no había más argumentos que buscar, ni historia que reconstruir. Sólo había una salida, o al menos era la que ella veia como plausible. Iría a la comisaría, le contaría su versión y que ellos decidieran que hacer. Era lo más sensato.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Y así lo hizo, llegó a la comisaría, y la atendió alguien que ella calificaría como: “un chico con uniforme”, él le pregunto que necesitaba. </span></div>
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<span style="font-size: large;">Paula le contestó: – Quiero hacer una denuncia. – y antes de perder el valor continuó: – Anoche maté a un hombre en la ruta.</span></div>
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<span style="font-size: large;">- Tome asiento, aguarde un momento que ya la atiende el comisario. – le dijo el aspirante. </span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Paula estaba sorprendida, “Que me siente. ¿Cómo no me esposó ni me metió en una celda? Que chico incompetente, me puedo escapar tranquilamente, y él como si nada”. Ahí estaba ella, sola, tratando de purgar su condena, muerta de miedo por su futuro. A los pocos segundos apareció el comisario. Un hombre muy alto y fornido, con cara de bueno y una gran sonrisa, con unos ojos azules muy profundos y limpios.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">La hizo pasar a su despacho, le dijo que se sentara, la miró a los ojos y le dijo: </span></div>
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<span style="font-size: large;">- “Así que usted atropelló al hombre de la ruta, m´hijita.</span></div>
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<span style="font-size: large;">No le sorprendió el comentario, a estas alturas ya lo habrían encontrado. </span></div>
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<span style="font-size: large;">– Sí – dijo Paula. </span></div>
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<span style="font-size: large;">- Claro – prosiguió el comisario – - Llovía, usted no lo vió, él no la vió. Salió de la nada, en medio de la lluvia. ¿Recuerda algún detalle más?</span></div>
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<span style="font-size: large;">- No – dijo Paula – Todo está muy confuso, ni siquiera recuerdo haberlo golpeado… </span></div>
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<span style="font-size: large;">-¿Y su auto? – interrumpió el comisario – ¿Cómo quedó su auto? </span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Ella lo miró, no entendía por que le preguntaba algo así tan frívolo. </span></div>
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<span style="font-size: large;">- ¿Que importancia puede tener como quedó mi auto? – dijo Paula. </span></div>
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<span style="font-size: large;">- Lo único que importa es que le quité la vida a una persona. </span></div>
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<span style="font-size: large;">Después de decir esas palabras ella rompió en llanto.</span></div>
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<span style="font-size: large;">- Cálmese señorita. – le dijo el comisario – Lo que le pregunto es importante, dígame, ¿cómo quedó su auto?</span></div>
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<span style="font-size: large;">- El auto no muestra señales del accidente. </span></div>
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<span style="font-size: large;">- Está bien – le dijo el comisario – y es lógico, por que tampoco hay cuerpo.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Ella lo miró muy seria. </span></div>
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<span style="font-size: large;">- No entiendo – le dijo. </span></div>
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<span style="font-size: large;">- Si, lo sé. – dijo el comisario – Es normal que no lo entienda. Verá, hace como 40 años, en ese mismo lugar fue atropellado un hombre. Era una noche de tormenta, igual que la de anoche. El hombre iba a un campo vecino a buscar un animal que se le había perdido. El conductor no lo vió venir, ni siquiera paró para ayudarlo, se dió a la fuga. Las noches de tormenta, el ánima del hombre atropellado, vuelve a aparecerse a los conductores que van distraídos, o conducen demasiado rápido y estos lo atropellan. Les ha pasado a casi todos por aquí, hasta a mi mismo, me ha pasado. ¿Entiende m´hijita? , es el anima de ese pobre hombre que vuelve para darnos una lección…</span></div>MP1http://www.blogger.com/profile/09513004725247854452noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3906452203361207472.post-17279359928333022942011-11-24T06:05:00.001-08:002011-11-24T06:08:31.453-08:00Las consecuencias de su juego<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Ese día se despertó con peor humor que de costumbre. No tenía ganas de desayunar, así, que leyó un poco para hacer tiempo. Luego tomó una ducha, se afeitó cuidadosamente, se vistió y se puso en marcha. Ese mediodía tenían una comida de trabajo, esos eventos tontos donde la gente se reúne, comenta intrascendencias, y se reúnen fondos para investigación.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Estaba fastidiado, detestaba esos eventos, tener que explicar a gente superficial, con una atención dispersa, en que consistía su trabajo. Era algo árido, inútil, lo hacía sentir como el sujeto de un fallido experimento, como uno de sus ratones blancos. </span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">La situación era de por sí ridícula. Él era un hombre de ciencia, un hombre racional, con sentimientos básicos. Así era como se definía. El sostenía que en los seres racionales debía primar la razón sobre los sentimientos. En su caso, su razón controlaba a su pasión. Para él los sentimientos eran una cursilería distractiva, que lo apartaba de su objetivo, de su mundo, de su labor.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Era un hombre de ciencia, y no un hombre de fé. Siempre hacía esa disquisición. Era un ser parco, huraño, solitario, de un carácter un tanto irritable. Nunca estuvo enamorado, consideraba a ese sentimiento como una patología. Para él, la gente que se enamoraba sólo eran personas que compartían una patología, no un sentimiento.</span></div>
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<span style="font-size: large;">Cuando llegó al lugar donde se iba a desarrollar el “evento recaudatorio”, tal como él lo calificaba, la vió. Se sorprendió mirándola y devolviéndole una sonrisa. “Es una locura”, se dijo, y raudamente fue al encuentro de algunos colegas. Juntos soportarían los embates que les producía ese poco deseado evento. </span></div>
<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Al poco rato un grupo de señoritas se dirige hacia ellos, uno a uno le preguntan sus nombres, a cada uno se le asigna un sitio. Naturalmente, trató de apelar la medida de las jóvenes argumentando que a él y a sus compañeros les habían tocado mesas diferentes. Ellas contestaron que la distribución de los comensales había sido hecha por la persona que organizaba el evento. Nada se podía hacer a ese respecto.</span></div>
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<span style="font-size: large;">Con su creciente mal humor a cuestas, se sentó de muy mal grado. Para colmo de males, a su derecha, habían sentado a una mujer, su nombre era Ivana. Para el año que viene que se olviden de mí, pensó, voy a dar parte de enfermo una semana antes,</span></div>
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<span style="font-size: large;">El destino, además de tener un gran sentido del humor, confecciona nuestra vida con mucha antelación. Sus designios son hechos con una minuciosidad obsesiva y a prueba de científicos. Una vez que estuvo sentado y abstraído en sus protestas racionales, ve de soslayo que Ivana, su imaginada molesta compañera de sitio, se para detrás de la silla que le habían asignado, y comienza a correrla para sentarse. </span></div>
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<span style="font-size: large;">A pesar de todo, él tenia modales. Que no usaba muy a menudo, pero los tenía, y muy allí dentro suyo, olvidados en su interior. Pero cuando le llegó el aroma de su perfume, afloraron inmediatamente. Se puso de pie, corrió la silla, la miró a los ojos y le dijo “Mariano Araujo”. Ella le sonrió, por segunda vez en el día, y le dijo “Ivana”.</span></div>
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<span style="font-size: large;">Ella era una mujer con mucha personalidad, bella, tenía puesto un sencillo vestido azul. Aún así, destacaba del resto. Él estaba sorprendido, su conducta dejaba mucho que desear. El control lo había abandonado, estaba turbado, amilanado, su andamiaje y todo lo que había construido sobre él se estaba desmoronando. La racionalidad lo había abandonado, se había batido en retirada con la poca dignidad que le quedaba, después de haber perdido por primera vez, y de manera humillante. </span></div>
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<span style="font-size: large;">Él, Mariano, se encontraba conversando animadamente con Ivana sin apellido, y con el resto de los mortales no científicos que ocupaban esa mesa de temas banales, intrascendentes, de nada en particular y sobre todo en general. Eran temas varios, superficiales, de los que no salvan al mundo de enfermedades ni mitigan su hambre.</span></div>
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<span style="font-size: large;">Le pareció una experiencia extraña, pero no del todo desagradable, muy por el contrario. Después del segundo plato, Ivana dijo a sus compañeros de mesa: “Les propongo un juego, ¿qué les parece?”. Inmediatamente todos dijeron que sí. Sorprendentemente el primero en pronunciar la entusiasta afirmativa, y ante su sorpresa fue… él, el racional científico,</span></div>
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<span style="font-size: large;">Él, que normalmente se hubiera reído de semejante propuesta, y hubiera descartado de plano su participación por considerarlo como algo inmaduro e infantil. Fue el primero que contestó, prestándose de muy buen grado a jugar el jueguito que le proponía ella. </span></div>
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<span style="font-size: large;">El juego consistía en decir que pequeño sacrificio estaba dispuesto a hacer cada uno de los participantes, para que mágicamente el mundo dejara de ser el mundo que es, y pasara a ser un lugar mejor. Ivana fue la primera en responder: “Mi debilidad son los zapatos. Yo estaría dispuesta a no comprar zapatos durante todo un año, ese sería mi pequeño sacrificio”. </span></div>
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<span style="font-size: large;">Todos estaban de lo más divertidos, contestaban a conciencia, se lo tomaban muy en serio, como si realmente su pequeño sacrificio, haría surgir un mundo mejor. Habían caído en la magia del juego, todos lo estaban disfrutando, hasta se sentían mejores personas por hacer ese sacrificio imaginario. </span></div>
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<span style="font-size: large;">Mariano fue el último en responder. Demás esta decir que las respuestas de sus predecesores les parecieron banales, tontas. Comenzó su racional alocución diciendo que por más que todos lo intentaran la consigna era imposible, irrealizable. Dió un largo argumento racional incontestable, sólido, abrumador.</span></div>
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<span style="font-size: large;">Una vez que hubo terminado de dar su argumento. Ivana lo miró a los ojos y le dijo: “No me contestes con la cabeza, respóndeme con el corazón, ¿qué harías?”. Él no podía creer que estuviera ignorando su racionalidad, su sólida postura. Ella lo estaba desafiando, estaba provocando su intelecto. Eso es un sueño, una fantasía le dijo Mariano. </span></div>
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<span style="font-size: large;">“Así es”, le dijo Ivana, “es lo que diferencia una meta de un sueño. Cualquier persona puede alcanzar una meta con trabajo, tesón, disciplina y autodeterminación. En cambio para alcanzar un sueño se necesita una cuota de ilusión, de magia, de fe. Es esa conjunción la alquimia de la que muchos carecen”. </span></div>
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<span style="font-size: large;">Ese juego cambió la vida de Mariano. La respuesta de Ivana lo demolió, a la vez que lo embelesó, lo enamoró. En ese mismo segundo la adoró. Inmediatamente se dieron cita en su cabeza todas las frases cursis que decía su abuela. Llegaban sin aviso, de repente, prepotentes, llegaban intempestivamente, sin llamar. Sólo entraban, se quedaban y se repetían una y otra vez. “Muy bien”, se dijo mentalmente, “entendí el mensaje”. </span></div>
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<span style="font-size: large;">Entonces tomó una decisión, la decisión. Desconectó su mente y por primera vez en su vida dejó que su corazón tomara las riendas. Se dejó llevar y la invitó a salir. Con el tiempo, Ivana le confesó que se había enamorado de él en la comida del año anterior. Era ella quien tenía a su cargo la organización del evento. No sólo había planeado donde iban a sentarse, sino que también se había asegurado que “él cayera en las redes de su amoroso juego”.</span></div>MP1http://www.blogger.com/profile/09513004725247854452noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3906452203361207472.post-60264169080869946932011-11-22T05:23:00.001-08:002011-11-22T05:23:57.289-08:00La Confiable Justicia Divina<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Hoy era el día, debía hacerlo de una vez. Todo estaba preparado, las condiciones estaban dadas. Había hecho las averiguaciones pertinentes y el seguimiento. Hacía cinco años que lo estaba planeando, le llevo mucho tiempo y energía llegar hasta ese momento, pero había valido la pena. Finalmente, estaba listo. </span></div>
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<span style="font-size: large;">Hacía algo más de un año que César estaba libre. Que irónico. Él estaba libre. Cada vez que lo recordaba el corazón le daba un vuelco y la ira lo cegaba. César ahora podría hacer lo que quisiera: ir, venir, reír, caminar, reunirse con sus amigos. Sin embargo, ella… No importa, se dijo, todo va a cambiar.</span></div>
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<span style="font-size: large;">Antes de salir repasó por última vez lo que haría. Lo hizo durante gran parte de la noche, hasta que se quedó dormido. A la mañana, al despertarse volvió a hacerlo. Todo estaba cubierto, nada había quedado librado al azar, había planeado cada palabra, cada movimiento.</span></div>
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<span style="font-size: large;">Había observado a César, lo había fotografiado, radiografiado. Conocía de sobra como iba a ser su reacción, que diría, como lo diría y para que lo diría. Sabía también cual sería su contrarreacción a la reacción de él. Nada iba a salir mal, no habría sorpresas, ni contratiempos, ni fallas de ningún tipo.</span></div>
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<span style="font-size: large;">Lo estaba planeando desde hacía mucho, el último año lo había dedicado a perfeccionar su plan. Lo afinó, le dió ciertos ajustes, un estilo, lo embelleció para dedicárselo a ella. Inés se merecía eso y mucho más. </span></div>
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<span style="font-size: large;">Memorizó cada detalle de manera que todo estuviera aceitado, de manera que cada cosa encajara dentro de otra como los engranajes de un reloj. Todo estaba dispuesto, y así se haría. Miró la hora, cerró la puerta de su casa y se puso en camino.</span></div>
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<span style="font-size: large;">Iba a hacer justicia. Iba a darle a ella la justicia que la Justicia le había negado. Siempre había estado en contra de la justicia por mano propia, el ojo por ojo y diente por diente le parecía algo que no era de esta época. </span></div>
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<span style="font-size: large;">Una reacción irracional, un hecho de bárbaros. Siempre había creído en la Justicia, hasta que él la necesito. Hasta que la muerte de Inés quedó casi impune. Cesar le había quitado la vida, y la Justicia no lo había condenado.</span></div>
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<span style="font-size: large;">Con su venda en los ojos no había visto los hechos como él los veía, como debían haber sido vistos. Todo fue rápido e incompleto. Cesar había tomado la vida de Inés y no había pagado todo lo que debía. La deuda estaba vigente y él la cobraría.</span></div>
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<span style="font-size: large;">La deuda se extinguiría de una sola y única manera: tomaría la vida de Cesar por la vida de Inés. Con ese acto no la recuperaría, eso lo tenía muy claro, esa maravillosa mujer de la que él estuvo enamorado durante años, y ella consideraba solo un amigo, no volvería mágicamente a la vida. Esa mujer que Cesar no supo valorar estaba muerta, ese era un hecho que ni él ni nadie podría cambiar. </span></div>
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<span style="font-size: large;">Lo único que estaba en sus manos era equilibrar las cosas. Darle a cada quien lo que se merecía, quitarle a Cesar lo que él le había quitado a Inés. Eso mantendría el equilibrio, eso le daría paz de conciencia, eso era lo que cada uno merecía. En definitiva con ese acto, cada quien tendría lo que le correspondía. </span></div>
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<span style="font-size: large;">Finalmente llegó a la casa de Cesar. Era temprano, faltaban unos minutos para que él saliera. Así que espero pacientemente, estaba muy calmado. Eso no lo asombró, esa misma situación la había vivido muchas en su cabeza, tal vez demasiadas. Eso debía terminar cuanto antes.</span></div>
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<span style="font-size: large;">Cuando vio encenderse la luz de descenso del ascensor, se puso en marcha para salirle al encuentro. Cesar salió del ascensor, abrió la puerta del edificio y lo vió. Él se paró frente a Cesar, clavó sus ojos en los suyos y con un tono calmado, profundo, casi con cierto dejo de dulzura le dijo: ”Vengo a matarte”.</span></div>
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<span style="font-size: large;">Cesar le sostuvo la mirada, sus ojos mostraban una profunda tristeza y un marcado abatimiento. Que al pronunciar la sentencia se tornó en alivio. Inmediatamente contestó: ”Te lo agradezco de todo corazón. No pasa un segundo sin que piense en ella y me arrepienta de lo que hice. Mi vida es una tortura, ya no soporto vivir así, pensé en quitarme la vida, pero no tuve el valor. Al fin el cielo escuchó mis oraciones”.</span></div>
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<span style="font-size: large;">La confiable Justicia divina había comenzado a poner en marcha su maquinaria, y a poner las cosas en equilibrio. No tenía sentido tomar la vida de Cesar, para que quitar la vida y darle el alivio. Su vida misma era su máximo castigo. Así que se dio media vuelta, y se fue teniendo la certeza que Inés, por fin, descansaba en paz.</span></div>MP1http://www.blogger.com/profile/09513004725247854452noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3906452203361207472.post-26817973354985339852011-11-18T06:14:00.001-08:002011-11-18T06:15:18.892-08:00Unidos por el caminio<div align="justify">
<span style="font-size: large;">Subió al micro, y se dejó caer en el asiento. Estaba abatida, los últimos días habían sido largos, espantosos, tristes, duros. La vida había reservado turno para todas las malas experiencias que pudo reunir.</span></div>
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<span style="font-size: large;">Respiró profundo, sacó un libro y comenzó a leer. Quería distraerse, ocupar la mente, no pensar. Al terminar esa primera página, levantó la vista. Algo la distrajo y su mente tomó el control. Primero le trajo una reflexión: era el primer viaje que hacía sola. Siempre había viajado acompañada, menos esta vez. Luego comenzó como una enajenada a traer una sucesión interminable de imágenes, recuerdos dolorosos y amorosos.</span></div>
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<span style="font-size: large;">Inevitablemente surgió la pregunta: ¿dónde se fué el tiempo, cuándo transcurrió que no me dí cuenta? Todavía tenía vívido en su memoria aquel primer baile en el que estrenó su primer vestido largo. ¿Pero, qué pasó después? ¿Cómo llegué hasta aquí? La respuesta era simple, tan simple como demoledora. Ni siquiera quería pensarla, pero debía ser valiente y enfrentarlo.</span></div>
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<span style="font-size: large;">Ella era la causa, y su hija su consecuencia. Hacemos elecciones. Quizás no siempre son las mejores, quizás nos parecen las mejores en ese momento. Después, a la luz de los acontecimientos, vemos que son tremendos errores. Claro, de eso nos damos cuenta cuando es demasiado tarde, cuando ya no hay vuelta atrás, cuando el daño esta hecho o la vida esta gastada como en su caso.</span></div>
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<span style="font-size: large;">Siempre había estado con ella, desde que ella la engendró y hasta el día de su muerte. Había vivido por y para ella, la vida que ella hubiera querido. Había vivido una vida ajena, que no le pertenecía, que no le era propia, que no hubiera sido la que quería. Era la que ella quería y eso era suficiente. Y fue valiente y se preguntó, ¿era suficiente? La respuesta fue inmediata, tajante. “No”, pronunció en voz alta.</span></div>
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<span style="font-size: large;">Por primera vez en muchos años se sintió aliviada, era libre. Todavía no sabía muy bien que iba a hacer con esa libertad. Por lo pronto se dirigía a la costa, a la casa de unos familiares a pasar unos días. Allí podría pensar más claramente, evaluar que rumbo iba a tomar su vida. Todavía era una persona joven, o al menos así se consideraba. Se sentía optimista al pensar en el futuro, Nada podía ser peor que su pasado.</span></div>
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<span style="font-size: large;">Una voz que encerraba una pregunta la trae a la realidad ¿Qué frío hace no?, un señor se había sentado a su lado y buscaba conversación. Debía tener cuidado, el viaje era largo, debía asegurarse que ese hombre que en principio la atrajo no fuera un pesado insoportable.</span></div>
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<span style="font-size: large;">Transcurrida media hora ya conversaban como si se hubieran conocido de toda la vida, Inmediatamente simpatizaron, apareció ese lazo invisible, esa mágica comunión que llama a los más puros y nobles sentimientos. Había miradas profundas, esas en las que se dice todo sin decirse nada. </span></div>
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<span style="font-size: large;">Respetaban los tiempos, se escuchaban con una atención suprema. Para quien los observaba, más que un diálogo parecía una ceremonia en la que cada vez que uno tomaba la palabra, daba al otro precisas instrucciones para obtener el secreto de la eterna felicidad.</span></div>
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<span style="font-size: large;">El le contó que iba a la costa por negocios, hacía unos años se había separado de su esposa. Todavía quedaban algunas heridas abiertas y sentimientos a flor de piel. Ella también le contó su vida, al menos la parte pertinente. Le contó que su madre había muerto recientemente, omitiendo ciertos detalles. No quería dar lástima y mucho menos a él.</span></div>
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<span style="font-size: large;">Cuando llegaron a destino, se miraron a los ojos por unos minutos y se dijeron todo cuanto debían decirse. Luego se tomaron de las manos y se fueron juntos. Por esas cosas de la vida, se habian encontrado el uno al otro. En ese momento en que ella pensó que era el peor, en el que creyó su vida agotada y malgastada. En ese momento que tal vez no era el mejor, fué valiente y tomó la decisión correcta. </span></div>
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<span style="font-size: large;">Pasaron ya 10 años desde aquel día, con días buenos, mejores, malos y de los otros. Ellos siguen juntos, mirándose, extasiándose y amándose como el primer día.</span></div>MP1http://www.blogger.com/profile/09513004725247854452noreply@blogger.com0