jueves, 15 de diciembre de 2011

Ese amor poco común

Irina y Manuel, eran una de esas parejas sólidas, inseparables. Se conocían desde su infancia, desde que tenían memoria. Vivían casa de por medio, fueron al mismo colegio, compartían amigos, juegos, paseos en bicicleta y meriendas. Los chicos crecieron, y la amistad develó que era contenedora de un sentimiento más grande y profundo, el amor, su amor. El amor de uno para con el otro.
Tuvieron un feliz noviazgo, y una boda soñada. Siempre decían que cuando hay amor se tiene todo en la vida. Juntos pasaron alegrías, tristezas, buenos y malos tiempos. Sus amigos los definían como Hipocampos terrestres. No podían vivir el uno sin el otro, siempre estaban juntos, buscándose, extrañándose. Nunca estuvieron separados, ni un solo día de su vida, hasta el sábado.
Irina tuvo un accidente doméstico estúpido, como todos los accidentes domésticos. Estaba limpiando algo en el techo, se estiró de más con un pie en el aire, como no alcanzaba intentó un poquito más, y otro, y… hasta que terminó dando con su cabeza en el piso.
Cuando Manuel escuchó el ruido de su cabeza dando con el duro piso, se desesperó, corrió hacia ella asustado, y haciendo propicia la oportunidad para retarla. No se lo iba a perder, las ocasiones de hacerlo no eran tantas. “Yo sabía que esto iba a terminar así, te lo dije un millón de veces, decime cuando quieras limpiar y lo hago yo”. Ella estaba aturdida, desorientada, no le contestaba. Un chichón enorme ahora ocupaba el lugar en el que antes estaba su frente.
“Eso no se ve nada bien, vamos a la guardia para que te vean. Los golpes en la cabeza no son buenos, ni siquiera en una cabeza dura como la tuya”. Normalmente con esta reflexión, Irina se hubiera reido, y le hubiera contestado algo acorde. Pero esta vez nada, no articuló palabra. Solo lo miraba, como tratando de enfocar la vista, o de reconocerlo.
Manuel no sabia muy bien que era lo que le estaba pasando, pero no quiso seguir perdiendo tiempo en indagar que era lo que ella sentía. “Mejor que la vea un médico”, pensó.
La médica que la recibió la revisó, y le hizo una simple pregunta de rutina “¿Qué te pasó?”. Irina le respondió “No sé, me debo haber caído. Pregúntele a ese señor que fue el que me trajo.” Cuando Manuel escuchó lo que su mujer decía, sintió que la Tierra se abría bajo sus pies. “Irina, soy Manuel”, le dijo, “¿No me conocés?”
Irina lo miraba como si no lo conociera, no entendía por que tenía que conocerlo. Esta bien, el había sido tan amable de haberla llevado para que la atendieran, pero ¿por qué tenía tanta familiaridad con ella?. Esto comenzó a inquietarla, a angustiarla. Una enfermera tomó a Manuel del brazo, y muy amablemente le dijo: “Quédese tranquilo, ella esta muy bien atendida. Vaya a la sala de espera, mientras la doctora le hace unos estudios.”
El obedeció, la esperó allí muy quieto, casi conteniendo el aliento y el llanto, con el alma en un puño. Estaba aterrado y lo peor era que ella no estaba para tranquilizarlo. Algún tiempo después, salió la medica que la estaba atendiendo, se sentó a su lado y comenzó a explicarle cual era el estado de Irina. No tenía idea de cuanto tiempo había pasado.
“Ella está bien”, le dijo, “hicimos varios estudios. Presenta un cuadro de amnesia por el trauma, así que debe quedar en observación al menos por hoy.” “Amnesia”, le dijo Manuel.
“Si, tal vez sea temporal.”
“¿Pero qué, puede quedar así para siempre?”, dijo Manuel.
“Aún no lo sabemos, en estos casos nada es definitivo. Quizás sólo sea temporal, puede durar un día un mes…”
“¿Pero cómo…? Usted no me puede decir eso, tiene que decirme algo en concreto, la respuesta no puede ser tan vaga. Es mi mujer y no me conoce. ¿Usted entiende lo que es eso? Nos conocemos desde que nacimos y no me conoce.”
“Vamos a hacer una cosa", le dijo, “Usted vaya a su casa, descanse, trate de calmarse. Mañana la va a ver el neurólogo, y tal vez él le de un diagnóstico más preciso. El cerebro humano es un misterio, no sabemos a ciencia cierta como puede reaccionar, es todo cuestión de tiempo. Lo importante es que ella esté tranquila, su presencia la inquietaría y no queremos eso. ¿Verdad?”
Durante el tiempo en que ella estuvo internada, Manuel fué todos los días a verla a la clínica, hablaba con médicos, enfermeras, terapeutas, mucamas, ascensorista. Hablaba con todos menos con ella. Era un rito doloroso, pero debía hacerlo.
Irina no recuperó la memoria, ni ese día, ni el siguiente, ni al mes, ni siquiera al año. Ella se fué a vivir a la casa de la enfermera que la cuidaba. Manuel estaba devastado, no soportaba la idea de vivir sin ella, le dolía físicamente no tenerla, no poder hablar con ella, no despertar a su lado cada mañana.
Pero él era un hombre fuerte, de convicciones firmes, de creencias férreas, de fe. Sobre todo de fe, y de fe en el amor, en su amor. Ese amor que había sentido el uno por el otro, ese amor que los había unido y acompañado durante toda su vida, en las buenas y en las malas. En la salud y en la enfermedad.
Basado en la fe, propulsado e impulsado por esa fe, Manuel trazó un plan. “Si pude una vez, puedo hacerlo dos”, se dijo. Volvería a conquistar a Irina, la recuperaría, se la quitaría a la amnesia como la amnesia se la arrebató a él. Lucharía con ella y la vencería, estaba seguro, confiado, como nunca en su vida lo había estado.
Con la escusa de que él fue quien la acompañó a la clínica, comenzó a visitar a Irina. Fue a verla un martes por la tarde con un ramo de rosas color rosa, sus preferidas. A ella le asombró que le llevara esas flores y de ese color. “¿Cómo sabias que eran mis preferidas?”, le dijo.
“Lo adiviné”, le contesto Manuel, con una sonrisa con la que trataba de contener sus lágrimas.
Luego vino una sólida amistad que develo que era contenedora de un sentimiento más grande y profundo, el amor, su amor. El amor de uno para con el otro. Ese amor que ella había olvidado que tenía dentro de sí, en lo más profundo. Ese amor que afloró cuando él reapareció en su vida, Ese amor que hizo que ella volviera a elegirlo. Ese amor que era su amor por él, ese amor que vence obstáculos y trasciende todo.

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